Theodor Adorno
( 1903 - 1969 )
Filosofía / Digital
Mundo Contemporáneo

En contexto

Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno, nació el 11 de septembre de 1903 en Frankfurt del Meno, Alemania, proviene de una familia burguesa; su madre fue Maria Calvelli-Adorno quien era soprano lírica corso-genovesa y su padre fue Oscar Alexander Wiesengrund, fue comerciante de vinos judío-alemán. Desde temprana edad Adorno se interesó por la música ya que tanto su hermana Agatha, quien fue pianista y su madre, le ofrecieron una formación musical (Montagud, N. s/f).

Su formación académica la realizó en Kaiser Wilhelm Gymnasium, en dicha academia se graduó con méritos y posteriormente se inscribió en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt en donde estudió filosofía, sociología, psicología y música. En la  época de 1924 consideró dedicarse a la música como compositor y realizó ensayos de crítica musical, para el año 1925 fue a Viena a estudiar composición con Alan Berg y se rodeó de otros compositores de la Segunda Escuela de Viena (Montagud, N. s/f).

Adorno decidió regresar a Frankfurt y trabajó su tesis doctoral bajo la supervisión de Hans Cornelius y en 1931 obtuvo su “venia legendi”, un diploma con el título de profesor que obtuvo por  su obra Kierkegaard: Konstruktion des Ästhetischen conocida como Kierkegaard (Construcción de lo estético) (Montagud, N. s/f). 

En el año 1932 se incorporó a una institución marxista adscrita a la Universidad de Frankfurt, sin embargo, tras el ascenso del nazismo y el hecho de que en dicha institución habían judíos fue desmantelada, haciendo que el gobierno le retirara a Adorno su venia legendi y su exiliación del país. Su primer destino fue París, sin embargo veía que su gobierno se aproximaba a lo que ocurría en Alemania por lo que decidió trasladarse a Oxford, Inglaterra y permaneció ahí hasta 1938, pues decidió mudarse a Nueva York, lo cual permitió su incorporación al Instituto de Investigación Social alemán que se instaló en dicha ciudad tras su exilio de Alemania (Montagud, N. s/f). 

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial Adorno regresó a Alemania (1949) en compañía de Horkheimer; en ese año asumió el cargo de director del Instituto de Investigación Social volviendo a su sede inicial: Frankfurt. Un aspecto relevante es que se funda la Escuela de Frankfurt de la teoría crítica, uno de sus estudiosos fue Jürgen Habermas, quien fue discípulo de Adorno (Montagud, N. s/f).

Durante los años sesenta no solo se dedicó a la dirección del instituto, sino que también impartió clases en la Universidad de Frankfurt y estableció relación con el escritor Samuel Beckett, el compositor John Cage y el cineasta Michelangelo Antonini. Durante esos años fue crítico e inspiró  estudiantes a partir de su visión marxista y la crítica que hacía sobre la razón; en 1968 criticó el privilegio de la acción de protesta sobre la argumentación científica, hubo mucha tensión por lo que decidió ir a Suiza, pese a la recomendación de sus médicos de no ir, ya que padecía ataques de arritmia, decidió ir y se dedicó al alpinismo lo que le provocó consecuencias negativas haciendo que el 6 de agosto de 1969 falleciera de un infarto agudo de miocardio (Montagud, N. s/f).

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Contexto intelectual

Conoció a Siegfried Kracauer y juntos leyeron Crítica de la razón pura de Immanuel Kant, dicha lectura marcó su formación intelectual. Adorno estudió música en Viena y al mismo tiempo hacía ensayos críticos sobre la misma a partir de los conceptos que obtenidos de la filosofía, sin embargo, dio cuenta de que la Escuela Vienesa no compartía las implicaciones conceptuales; de esta manera es que decide regresar a Frankfurt y comenzó a tener el alcance de otros intelectuales como Karl Kraus y Georg Lukács (Montagud, N. s/f). En el año 1941 se encontraba en California colaborando con Max Horkheimer y otros colegas, en donde redactaron Dialéctica de la ilustración: Fragmentos filosóficos. 

El contexto intelectual de Adorno se entrelaza con la Escuela Crítica o Escuela de Frankfurt, la cual fue fundada en 1923, en Frankfurt del Meno, en donde se le reconoce a partir del grupo de investigadores que reflexionaban en torno a las teorías de Hegel, Marx y Freud. Los pensadores que se adhirieron a dicha escuela fueron además de Adorno se encontraban Walter Benjamín, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Oskan Negt, Hermann Scweppenhäuser, Erich From, Albrect Welmer, Axel Honnet, entre otros (Uribe, V. sf).

Max Horkheimer hizo su primer aporte a la teoría crítica en 1937 con su texto Teoría tradicional y teoría crítica, en palabras de Verónca Uribe, la teoría crítica comenzó como “marxismo heterodoxo”, como capaz de solucionar los problemas sociales de manera congruente a partir de la sociología, pero también de la filosofía, logrando que en conjunto de las teorías de Marx, la teoría crítica tuviera un enfoque transformador (Uribe, V. sf), de ahí surge que sea una teoría que evoque a la constante reflexión y cuestionamiento de la realidad.

Adorno como representante de la teoría crítica y de la escuela de Frankfurt, sus principales temas de reflexión crítica apelan a las tendencias dominantes en la realidad social moderna, así como a la dimensión distinta del presente cosificado y alienado. Como consecuencia de una formación dialéctico-hegeliana que atesora el magisterio del marxismo”. Adorno reflexiona a partir de las obras de Hegel en donde a partir de su filosofía dialéctica, “o reivindica con sus obras la postura frente a la imposición de la ciencia positivista” (Valdez, O. s/f: 5-6).

En su texto sobre la Teoría Estética (1970) “critica el mercantilismo que provoca la industria cultural en el arte, indicando –entre otros postulados– que «en la medida en que el arte corresponde a una necesidad social, se ha convertido en un negocio dirigido por el beneficio que sigue adelante mientras sea rentable y su perfección haga olvidar que ha muerto» (pp. 47-48)” (Valdez, O. s/f: 7).

Pensamientos y reflexiones en torno a la democracia

Adorno y Horkheimer en su texto La industria cultural, abordan la manera en que las industrias como el cine, las revistas y radio conforman un sistema, del cual cada sector está “armonizado en sí mismo y todos entre ellos” (Adorno, M. y Horkheimer, M. 1994: 165). Ven en las industrias que ya no es necesario ver al cine o radio como arte, sino que más bien como un negocio en el cual se legitima lo que producen. 

La industria cultural ha tenido una transformación de la cual pareciera que lo más importante es la estandarización y la producción en serie; ven que “el paso del teléfono a la radio ha separado claramente los papeles” (Adorno, M. y Horkheimer, M. 1994: 166), esto se asemeja en la actualidad mediante las plataformas de reproducción de películas, que ya no es necesario salir al cine pues en cualquier momento se puede reproducir el estreno de alguna película desde el hogar, es decir se convierte en un negocio y su característica artística se va desvaneciendo pues deja de crearse con la misma dedicación al tener que realizarla de manera rápida por la demanda de contenido que pide la sociedad. 

Para el caso de la radio, al pensar que podría ser una industria democrática en donde todas las personas pueden acceder a esta y reproducir lo que más les guste, más bien a partir de Adorno y Horkheimer se puede analizar la manera en que esta “convierte a todos en oyentes para entregarlos autoritariamente a los programas, entre sí iguales, de las diversas emisoras” (Adorno, M. y Horkheimer, M. 1994: 167), en la radio se tiene un control sobre el público haciendo que se favorezca  la reproducción que va a brindar el monopolio de la radio creando contenido que va estandarizando, de esta manera mencionan que “Los monopolios culturales (…) deben apresurarse a satisfacer a los verdaderos poderosos para que su esfera en la sociedad de masas (…) no sea sometida a una serie de acciones depuradoras (Adorno, M. y Horkheimer, M. 1994: 167-168) . 

La industria hace que existan diversas “distinciones enfáticas, como aquellas entre películas de tipo a y b o entre historias de semanarios de diferentes precios” (Adorno, M. y Horkheimer, M. 1994: 169) esto no quiere decir que en sí estén tomando la participación de las personas, al contrario, funcionan para clasificar, organizar y manipular a quienes consumen; haciendo que “cada uno se comporte de acuerdo con su “nivel”, que le ha sido asignado sobre la base de índices estadísticos”, es entonces que se comienza a ver una industria dominante, que hace diferenciaciones no sólo de tipo económico sino que también de corte estética y que al mismo tiempo es sustentada por una porción de la sociedad.

Si se piensa en una democracia en la que cada persona es libre de elegir lo que le guste, se estaría cayendo en un mal entendido, pues si bien cada quien tiene el derecho de elegir, no se hace tan libremente, pues la industria cultural se ha encargado de comenzar a crear en serie, en masa, provocando diversos factores en la toma de decisiones; por ejemplo al querer comprar un automóvil no cualquier persona podría tener uno de lujo, pues eso implicaría que tiene las condiciones económicas para sustentar los posibles gastos, las personas entonces están condicionadas a elegir dependiendo de lo que las industrias realicen a partir del sector al que se va a destinar el producto.

Pensamientos y reflexiones sobre el mundo real

Para Adorno, la modernidad “constituye un tiempo histórico caracterizado por contradicciones en el despliegue de la razón a partir de las cuales el dominio de la verdad ha devenido al inicio del siglo XX en una instancia trágica y problemática” (Moreno, R. 2020). De esta manera: menciona que a partir del inicio de la Teoría Estética, Adorno “detecta que los enunciados por la modernidad europea definen un territorio en el que el conocimiento racional ni la verdad resultan obvios”, cabe resaltar que su texto de la Teoría Estética lo comienza con esta frase detonadora: “ha llegado a ser obvio que ya no es obvio nada que tenga que ver con el arte” (Adorno, 2004:9), así es como se puede comprender su pensamiento sobre la época en que estaba viviendo, desde luego haciendo un análisis crítico y reflexivo sobre la sociedad en la modernidad.

Adorno menciona que la  filosofía en  la modernidad de los inicios del siglo XX no constituye una actividad evidente en sí mismo, sino que “el proceso de embotamiento de la razón es sumamente sensible a él (…) la modernidad filosófica había conducido a senderos que, de una manera u otra, anularon la plasticidad del pensamiento filosófico” ( Moreno, R. 2020).

Los conceptos de modernidad y razón a los que Adorno hace su diagnóstico, “indican la estrategia de resquebrajamiento de los fundamento mítico del mundo y la correspondiente edificación racional de los pilares de la realidad tanto como al proceso de enmohecimiento de esos polares”; la modernidad entonces distingue que “es el nombre del proceso de diferenciación de la razón mediante el cual se arriba a la institucionalización de distintos ámbitos” (Moreno, R. 2020), como el arte, radio, filosofía. 

Derivado de la influencia de su madre y hermana, quienes se dedicaban a la música, Adorno se incursionó en el mundo de la música haciendo crítica a partir de la sociología; para Adorno, Beethoven simboliza la “emancipación burguesa y el esfuerzo de síntesis del Estado individualizado” (Adorno, 2009: 130), ve a Wagner como “la violencia del imperialismo y el sentimiento catastrófico de una clase social que no ve nada más ante sí que la fatalidad final de la expansión (Adorno, 2009: 130), Daniel Hernández retoma de Adorno (2009) que “la sociología de la música debe mostrar cómo en las distintas músicas se expresan de manera concreta las relaciones sociales. 

Daniel Hernandéz, menciona que para Adorno “los patrones compositivos de tonalidad  y forma sonata se corresponden con las circunstancias de buena parte del siglo XIX, pero no con las del siglo XX” de esta manera permite reconocer que Adorno en su texto Filosofía de la nueva música, menciona que “No se trata meramente de que esos sonidos hayan envejecido y sean intempestivos. Son falsos. Ya no cumplen su función (…)” (2013: 131, en Adorno, 2003: 39). 

Adorno también habló sobre el Jazz, afirmando que una de sus características es que “su naturaleza de música bailable, sonido que a su vez sirve como fondo para la charla” para Adorno, el sonido del jazz para bailar es agradable, mientras que para escucharlo es horroroso; Daniel Hernández enlaza aquella crítica de Adorno con su texto en conjunto de Horkheimer Dialéctica de la ilustración en donde mencionan que: “Divertirse significa estar de acuerdo. […] Divertirse significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor, incluso allí donde se muestra” (Hernández, D. 2013 : 136, en Adorno y Horkheimer: 189).

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