Democracia señorial

Concepto clave

Introducción y planteamiento general

Para comprender el presente de las sociedades democráticas occidentales permeadas por la crisis económica es necesario articular la noción de ciudadanía a otras formas de convivencia social que perviven desde el antiguo régimen y el mundo colonial tales como privilegios, linaje, honorabilidad, clientelismo, dominación y que dejan ver que en el presente persiste un tipo de dominio anclado a las aristocracias a la cultura señorial.

No es casualidad que sólo un pequeño grupo de personas sean quienes tengan el poder y control social. Estos mecanismos se remontan a la Grecia y Roma antigua, ya que desde su consolidación hasta la actualidad, algunas de sus ideas, valores y/o patrones de conducta continúan vigentes en la actualidad provocando que se mantenga una línea tradicional, pero con las configuraciones necesarias para que se moldeen al estilo de vida más cotidiano.

Aquellas doctrinas y realizaciones que se gestaron en la antigüedad han sido un parteaguas para la culminación de actividades en la actualidad, desde la forma de gobernar, la manera en que se llevan a cabo las elecciones hasta la toma de decisión más compleja que se pueda llegar a tener. Se siguen reproduciendo modelos antiguos en sociedades modernas, pareciera que se avanza, sin embargo, se sigue viendo un estancamiento, aunque funcional en un ámbito institucional. 

Vivir en una sociedad señorial o de señores nos remonta hasta la antigüedad y así es que se puede analizar cómo es que se siguen reproduciendo valores, creencias, tradiciones, privilegios que sólo unos cuantos tienen el poder de adquirir, dejando de lado a la gran mayoría que debe acoplarse a un modelo que es aceptado y acatado porque es la forma en que ha funcionado la interacción social, aunque en la rendición de cuentas muchas personas sean afectadas o sin ser tomadas en cuenta.

Hay que reconocer que en la actualidad decir que vivimos “en una sociedad de señores” es comenzar a analizar el papel que el legado de las grandes ciudades y culturas han dejado, es analizar cómo es que hemos apropiado, reproducido, modificado, aquellos modelos antiguos, es aceptar que la sociedad está dominada por los grandes señores, es visibilizar las enormes jerarquías y con esto las desigualdades existentes en la actualidad.

Problematización y Desarrollo

Si nos remontamos a la antigüedad clásica, podemos ver cómo a partir de la idea de humanidad que se gestó desde Grecia:

se concibió al hombre teniendo ante los ojos el ideal nobiliario: el modelo de el hombre libre, el ciudadano, el noble ateniense, que personificaba la capacidad de vivir conforme a leyes preestablecidas, a la deliberación racional y a la virtud. El noble, el señor, era el prototipo culmen de lo humano: la humanidad verdadera (Campaña, 2017: 21-22).

Así entonces, fue como desde Grecia se fue consolidando un modelo de humanidad, en donde ésta permitía la realización del hombre en un tiempo y espacio que benefició a los señores para que comenzaran a tener atributos que les permitió posicionarse de una manera jerárquicamente superior que a los otros, aunque a pesar de convivir en ese mismo espacio-tiempo, eran mal vistos, pues eran quienes no pertenecían al mismo círculo social que aquellos señores que moralmente comenzaban a ser seres superiores. 

Como bien se puede ir pensando, la idea de una sociedad señorial alude a hacer visibles las dominaciones de poder que han existido desde tiempos antiguos; hablar de una sociedad jerarquizada va más allá de hacer notorias las posiciones de poder es además dar cuenta de que el seguir reproduciendo los mismos mecanismos permite que se siga aceptando un estilo de vida tradicional que se ha aceptado socialmente en la actualidad y que coexiste en los diferentes escenarios de la vida cotidiana, al ser un modelo tan desigual no permite que se tengan democracias que beneficien a todas las personas por igual.

Ahora bien, para hablar de una democracia señorial, es imprescindible tomar en cuenta la genealogía de Grecia y Roma, pues estas son la base en la que se consolidó esta forma de sociedad; fueron no sólo el parteaguas sino que permitieron que se siga desarrollando ese mismo modelo, pues institucionalmente es vigente, aceptado y concreto en la toma de decisiones, ya que beneficia a quienes históricamente han tenido el poder, como es un modelo que ha permeado a lo largo del tiempo, es muy difícil poder romper con ese esquema.

En la antigüedad sí se veía cómo la ciudadanía y las personas en general, tenían diferencias, hoy ya si bien se ven más como iguales, aunque sigan encasilladas y dependientes a una clase social; las leyes, los decretos son muy bastos y propios al reconocer a todas las personas por igual, aunque en la práctica existe una brecha distinta a la que se promulga en papel. 

No hay que olvidar que las sociedades señoriales se reproducen mundialmente, si bien se ha mencionado sobre cómo desde la Grecia y Roma antigua estas reproducciones sociales se han preservado, no se debe dejar de lado los movimientos de conquista en América Latina, pues esos procesos también nos hablan sobre cómo fue que se comenzaron a reproducir las formas básicas de socialización, la clara división de clases sociales en donde era permitida la esclavitud en la agricultura, el comercio, industrias e incluso en trueques. 

Las desigualdades sociales juegan un papel importante en la lucha de una democracia representativa, participativa en dónde todos quienes habitan en una sociedad se sientan parte de la toma de decisiones, en las democracias señoriales en la actualidad, se rigen mediante principios democráticos sólo en la medida en que se establecen leyes y se rigen institucionalmente, pues en la práctica se sigue viendo cómo hay personas, comunidades y sectores específicos de la población que nunca se podrán beneficiar de una manera similar a la de los grandes señores dominantes o más influyentes, como en la actualidad también se podría pensar.

Debates actuales

Mario Campaña, en su texto Una sociedad de señores: dominación moral y democracia (2017) explica a través de una rigurosa investigación, cómo desde la antigüedad se sigue permeando con un sistema y formas de reproducción que benefician a una escasa parte de la población, tomando en cuenta todos los procesos de civilización que permitieron e hicieron posible la aceptación de una sociedad señorial. 

La democracia entonces, atraviesa por diversas dificultades en la práctica y Mario Campaña propone “seis condiciones para alumbrar una cultura democrática”, cada una de estas condiciones permiten comprender que hablar de democracia es una tarea complicada desde la definición de la misma, sin embargo, da cuenta sobre cómo las personas aun sabiendo las consecuencias de una democracia institucional “algunos ciudadanos salen en defensa de las instituciones, pero se abstienen de señalar cómo la falta de una cultura democrática nos afecta a todos” (2017: 299). 

La primera de las condiciones propone “reconocimiento de la unidad natural y moral”, en donde menciona como el enfoque del hominem nudum, es decir el hombre en su primera condición “permite comprender la unidad natural y moral de la humanidad como la base de toda democracia” (Campaña, 2017: 300-301).

La segunda condición que titula “reconocimiento de la dependencia humana recíproca”, retoma al enfoque del hominem nudum en tanto las personas son capaces de ser recíprocas. A lo largo de ese pasaje menciona a Erasmo en múltiples ocasiones y hace alusión a que las personas son capaces de sobrevivir debido a un gran sostén de largo tiempo por parte de otras personas que les han cuidado durante su desarrollo (Campaña, 2017: 301).  Ésta idea, en la actualidad se puede analizar mediante las teorías feministasa partir de la visibilización de las tareas de cuidado en donde quienes el soporte de cuidados han sido históricamente las mujeres.

La tercera condición a la que llama “Ilegitimidad de los privilegios basados en la pretensión de superioridad” aborda cómo “todos sistema de derechos y privilegios basado en jerarquías naturales o morales es ilegítimo” (Campaña,2017: 302).

En la cuarta condición que titula “Ilegitimidad de la traducción moral de la condición exterior” menciona “hacer evidente la superficialidad e ilegitimidad de cualquier privilegio basado en diferencias morales, se desactivará la búsqueda de expresiones simbólicas de distinción, que siempre lleva consigo reclamo de superioridad de valor moral, la voluntad de dominación” (Campaña, 2017: 302).

La quinta condición titulada “Ética de lo pequeño e inspiración popular” aborda la importancia y el gran reto que tiene la democracia de “empeñarse en la elaboración e implantación de un paradigma opuesto a la grandilocuencia señorial” (Campaña, M, 2017: 303), menciona que para promover una cultura de lo pequeño y una ética que la consagre, no es por eso una opción entre otras, sino el postulado que deriva de la renuncia a la jerarquización de la dignidad y al sometimiento moral, sutiles y eficaces refuerzos de la dominación material” (Campaña, 2017: 307-308).

Finalmente, en la sexta condición titulada “revolución moral” aborda que la igualdad moral es “incipiente y sólo puede ser concebida como ideal por las clases populares” habla sobre la necesidad de modificar la concepción y la estructura de poder “transformar los ideales sociales, nuestro fondo moral, los habitus o principios generadores de prácticas de clase, y el sistema mismo de clasificación social de esas prácticas” (Campaña, M, 2017: p. 309).

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