Simone de Beauvoir
( 1908 - 1986 )
Letras-lingüística-periodismo
Mundo Contemporáneo

En contexto

Simone de Beauvoir nació el 9 de enero de 1908 en París y en el seno de una familia burguesa. Su padre, Georges Bertrand de Beauvoir, quien era abogado, la animó desde pequeña a interesarse por la literatura y por la escritura. Desde los 16 años supo que quería convertirse en profesora. Ingresó a la universidad en 1926 a la par que formaba parte del movimiento socialista y en 1929 obtuvo el título en Letras y la habilitación como profesora agregada en filosofía. Durante este periodo frecuentó a intelectuales como Merleau Ponty, Paul Nizan, Claude Levi-Strauss y Raymond Aron; además, conoció a Jean Paul Sartre, hombre con quien mantuvo una relación intelectual y sentimental por el resto de su vida.

Entre 1931 y 1943 se dedicó a la enseñanza, pero finalmente abandonó dicha profesión para dedicarse a la escritura de tiempo completo. Así, comenzó a publicar sus primeras obras significativas como La invitada (1943), La sangre de los otros (1944), Todos los hombres son mortales (1946). En 1944 fundó la revista Tiempos modernos junto a otros intelectuales. Este periodo, la Segunda Guerra Mundial, la atravesó particularmente y la inspiró a escribir su única obra de teatro, Las bocas inútiles (1945). Con el término de la guerra aparecieron sus primeros ensayos filosóficos. En 1947 dictó una serie de conferencias en Estados Unidos que culminaron en la publicación de América día a día. Allí conoció a Nelson Algren con quien mantuvo una relación sentimental –narrada en Los mandarines (1954). Ese mismo año aparecieron los dos volúmenes de su obra más significativa, El segundo sexo (1949). La primera mitad de los años cincuenta la pasó viajando por diversos lugares del mundo, dictando conferencias y clases.

En 1956 se pronunció contra la invasión soviética a Hungría y en 1960 viajó a Cuba donde se entrevistó con el Che Guevara. En 1964 murió su madre; durante este periodo su actividad literaria continuó mezclada con largos viajes por la URSS, Egipto, Japón, Israel, entre otros; de este periodo destaca la publicación de obras como Las bellas imágenes (1966), La mujer rota (1967) Una muerte muy dulce (novela en la que narró los últimos días de su madre). En 1968 apoyó el movimiento estudiantil y condenó la invasión a Checoslovaquia. Asimismo, durante los años setenta se mostró comprometida ante diversos conflictos internacionales, como el conflicto de Israel con Palestina, la disidencia soviética, y ante problemáticas sociales como la situación de las mujeres. En 1980 murió Jean Paul Sartre y un año después publicó La ceremonia del adiós (1981), obra en la que narró sus últimos meses de vida. De Beauvoir murió el 14 de abril de 1986 y fue enterrada junto a Sartre en París (Colombetti, 2017).

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Contexto intelectual

Su aproximación a la filosofía fue notablemente diversa, sus influencias incluyen: la filosofía francesa de Descartes a Bergson, así como la fenomenología de Edmund Husserl y Martin Heidegger, el materialismo histórico desarrollado por Karl Marx y Friedrich Engels, y los idealismos de Immanuel Kant y Georg Hegel (Mussett, s. f.).

Asimismo, sus ideas mantuvieron una estrecha relación con el movimiento intelectual conocido como existencialismo. Como figura literaria, obtuvo gran reconocimiento gracias a su novela Los mandarines, misma que la hizo ganadora del prestigioso premio Prix Goncourt en 1954. Su obra más famosa, El Segundo Sexo, influyó de una manera importante en la lucha feminista y continúa siendo un texto central en los estudios de género (Mussett, s. f.).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Para comprender cuáles fueron los aportes de Simone de Beauvoir es indispensable remitirnos a su célebre y polémica obra El Segundo Sexo (1949). Tras su publicación llovieron críticas e indignación, por ejemplo, por parte de hombres intelectuales como François Mauriac, Albert Camus o los marxistas de su época quienes la acusaron de poner la lucha de las mujeres antes que la lucha de clases: “Me llamaron insatisfecha, frígida, priápica, ninfómana, lesbiana, cien veces abortada –signifique eso lo que signifique– y hasta madre clandestina” (de Beauvoir, citada en Marrón, 2019).

Esta obra que además fue prohibida por el vaticano y por el franquismo es considerada un texto fundacional del feminismo contemporáneo. La pregunta que su autora buscó responder en dos gruesos volúmenes es: ¿Qué significa ser mujer? Para entender mejor las implicaciones presentes en la pregunta inicial de su obra, hay que tener presente que ésta fue planteada en una Francia en la que las mujeres no podían ser titulares de cuentas bancarias, en la que el aborto y los anticonceptivos estaban prohibidos, en la que el marido podía oponerse al trabajo de la esposa, entre otras cosas. El sufragio femenino en Francia no se conquistó sino cuatro años después de la publicación de El Segundo Sexo (Marrón, 2019).

Ahora bien, la idea fundamental que de Beauvoir defendió en su obra es que las mujeres no son de la manera en que son por naturaleza, sino que son educadas social y culturalmente para llegar a serlo:

El segundo sexo es un recorrido apasionante -lo era en 1949 y lo sigue siendo en 2019- por lo que significa ser mujer, desde todos los puntos de vista: biológico, teológico, histórico, psicoanalítico… y también como experiencia vivida. Analiza sagazmente obras literarias para mostrar cómo la mujer se hace -que no nace- a través de la socialización, deteniéndose en las etapas de la vida femenina: infancia, iniciación sexual, madurez, vejez, y en algunas figuras o situaciones emblemáticas: la madre, la prostituta, la lesbiana, la narcisista, la enamorada, la mística… Del escándalo que suponía hablar sin tapujos de esas cosas dan testimonio los puntos suspensivos que empleó Sartre en el título de su obra de teatro de 1943: La puta respetuosa (1943) (Freixas, 2019, párrafo 8).

El hecho de que exista esta desigualdad en favor de los varones hace que las mujeres se conviertan en ‘el otro’, despojándolas de trascendencia y libertad, y relegándolas a ser ‘sonrientes y encantadora’ y a ser vistas como medios para la reproducción y a la domesticidad como destino (Marrón, 2019). Este razonamiento abría la posibilidad de una liberación de estos estigmas y determinismos, representó una nueva toma de conciencia por parte de las mujeres e impulsó la lucha posterior por la reivindicación de sus derechos. En suma, Simone de Beauvoir dedicó su vida a cuestionar lo establecido, tanto en su vida como en su obra intelectual: “Ni se casó ni tuvo hijos, escribió con denuedo, mantuvo relaciones abiertas –con alto coste para ella y sobre todo para quienes la rodearon– e ‘irritó profundamente no solo por lo que escribía, sino también por cómo vivía’” (Marrón, 2019, párrafo 8).

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

Simone de Beauvoir se mostró como una pensadora en pro de la lucha feminista y El segundo sexo fue una obra fundacional del feminismo contemporáneo. Aunque se podría decir que en la actualidad las mujeres gozan de un número mayor de derechos que, por ejemplo, las mujeres de 1949, esto de ninguna manera quiere decir que el feminismo sea una tarea acabada, por el contrario, aún quedan una cantidad importante de reivindicaciones que las mujeres están luchando por obtener y es claro que la dominación machista persiste en muchos lugares; por esto, la lucha continúa. La obra de Simone de Beauvoir nos ayuda a transformar nuestra percepción de la realidad:

Los postulados de la filósofa francesa se encuentran hoy “absolutamente” vigentes. “Es que toda pensadora clásica va a estar siempre vigente. Como dice la propia Beauvoir, ser persona es estar reinterpretando continuamente desde tu presente tu pasado. Así que reinterpretamos a Beauvoir en claves actuales”. El reto fundamental del feminismo ahora es “aclararse”, porque “la sociedad patriarcal se basa en la confusión”. Una confusión que pasa, según apunta, por transmitir mensajes contrapuestos. ‘Por un lado, lanza que las mujeres son lo mejor del mundo; por otro, que son todas unos zorrones’. El desafío, por tanto, es ‘descubrir cómo se reproduce la desigualdad sexual en las sociedades formalmente igualitarias, donde existen políticas activas de igualdad, democracia paritaria…’ (Montero, 2008, párrafo 3).

En suma, como pudimos apreciar en el pasaje anterior, el pensamiento de la filósofa está vigente porque la desigualdad persiste y hay que descubrir continuamente de qué manera se dan en nuestras sociedades contemporáneas.

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