Max Weber
( 1864 - 1920 )
Sociología
Siglo XIX y principio del XX

En contexto

Max Weber fue un sociólogo y economista político de origen alemán, quien es mayormente conocido por su tesis acerca de lo que él denominó “Ética protestante” en la que relacionó protestantismo con capitalismo y por sus reflexiones en torno a la burocracia (Mitzman, 2020).

Fue el hijo mayor del matrimonio formado por Max y Helen Weber. Su padre era un político liberal en ascenso quien tras unirse a los “liberales-nacionales” (grupo pro bismarckiano), trasladó a la familia de Erfurt a Berlín para continuar con su carrera política, en la que llegó a formar parte de la Cámara de Diputados de Prusia y del Reichstag. La madre de Weber, Helen, fue educada en una familia calvinista ortodoxa. La ética puritana que Helen tenía arraigada hizo que se distanciara de su marido, cosa que sólo acrecentó el hecho de que éste mostrara rechazo ante el dolor que la muerte de dos de sus hijos le provocó. Por su parte, Max, era un padre autoritario que exigió absoluta obediencia de su esposa e hijos. Mitzman (2020), considera que este ambiente sombrío y lleno de tensiones marcó la vida adulta de Max Weber.

En 1882, Weber dejó su hogar para estudiar en la Universidad de Heidelberg. Dos años después, tuvo que interrumpir sus estudios para cumplir su año de servicio militar obligatorio en Estrasburgo. Durante este periodo, se volvió muy cercano a la familia de su tía, Ida Baumgarten y a su esposo, el historiador Hermann Baumgarten, ambos influyeron en el desarrollo intelectual del joven Weber (Mitzman, 2020).

Luego de terminar su servicio militar, su padre le requirió que terminara sus estudios en la Universidad de Berlín, puesto que esto le permitiría vivir en casa mientras perseguía una beca en historia legal y económica. Parece que el verdadero motivo fue que su padre consideraba la influencia de los Baumgarten “subversiva”. Por esto, de 1884 hasta su matrimonio en 1893, Weber permaneció en la casa familiar, dejándola únicamente en 1885 para estudiar un semestre en Göttingen (Mitzman, 2020).

Así, Weber pasó la mayoría de sus años formativos en el hogar paterno. Dado que no era capaz de subsistir por sí mismo, pasó alrededor de cinco años de su vida (de los 25 a los 30) en dos trabajos sin percibir salario alguno, como aprendiz de abogado y como asistente de universidad. En 1893, recibió una posición temporal como profesor de jurisprudencia en la Universidad de Berlín, esto le permitió darse su propio sustento, y, ese mismo año, contrajo matrimonio con Marianne Schnitger, su prima segunda, quien se convirtió en su biógrafa y en editora de sus obras completas. Además, Marianne se destacó como una de las primeras representantes de la sociología feminista (Mitzman, 2020).

Después de contraer matrimonio, Max Weber se sometió a un compulsivo régimen de trabajo que, según él, le alejaría de la autocomplacencia y la pereza, evitándole caer en una crisis emocional y espiritual. Este régimen autoimpuesto lo llevó a tener un meteórico avance académico. Al año siguiente de su llegada a Berlín, fue nombrado profesor de tiempo completo de Economía política en Freiburg, y al año siguiente (1896) se aseguró la misma posición en Heidelberg. Durante este periodo se dedicó a estudiar los problemas agrarios de Alemania.

En 1897 murió su padre, suceso que empeoró la condición mental del joven académico. Tuvo que separarse de la docencia en 1898 cuando se presentaron los primeros signos del colapso nervioso que lo incapacitó entre 1898 y 1903. Durante cinco años estuvo intermitentemente en instituciones psiquiátricas, entre recaídas y recuperaciones e intentos fallidos de mejorar su condición por medio de viajes. Finalmente, renunció a su posición en Heidelberg cuando más enfermo se encontraba (Mitzman, 2020).

Para 1903, Weber había mejorado y era capaz de retomar su trabajo de investigación y en 1907 recibió una herencia que lo volvió económicamente independiente. No regresó a la docencia sino hasta el final de la Primera Guerra Mundial.  Durante este periodo produjo su obra más representativa, en la que estableció la relación entre lo que él denominó “ética protestante” y capitalismo. En el periodo comprendido de 1903 a 1920, año de su muerte, fue de gran producción intelectual para el alemán. Murió el 14 de junio de 1920, cuando tenía 56 años, de una infección pulmonar (Mitzman, 2020).

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Contexto intelectual

Algunos especialistas consideran que la amplitud del estudio de las sociedades efectuado por Weber no puede ser subestimada, dado que sobrepasa el de sus predecesores, como Émile Durkheim o el mismo Karl Marx. Una de las principales motivaciones intelectuales de Weber fue la de desarrollar una aproximación científica que superara las deficiencias presentes en las tradiciones intelectuales de científicos sociales y juristas en la academia occidental. Si bien, nunca definió sistemáticamente dicho programa de investigación, una explicación de su metodología comparativa presente en sus ensayos acerca del desarrollo histórico de las sociedades orientales y occidentales podría tomarse como signo de aquél. La importancia del método comparativo recae en la idea de que no podemos comprender el comportamiento de las instituciones sociales si las pensamos como entidades aisladas entre sí, dado que éstas se encuentran en constante interacción. Asimismo, la sociología comparativa de Weber, que se enfocó en el racionalismo como una fuerza central que modeló diversas instituciones occidentales, como la economía, la política, la religión, la familia, los sistemas de estratificación, etc., impactó en el desarrollo de las investigaciones sociológicas subsecuentes, más especializadas (Mitzman, 2020).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Para comprender cómo concibió el sociólogo alemán la idea de democracia, hay que partir del hecho de que éste fue notoriamente escéptico ante la posibilidad de aplicar concepciones antiguas de democracia en los Estados modernos. En su obra tardía, insistió en el hecho de que no es realizable algo como el ‘liderazgo plebiscitario democrático’ (Shaw, 2008).

Respecto al tema de la democracia, el interés principal de Weber fue establecer cómo sería posible preservar la libertad y autonomía humanas en las sociedades modernas. Según él, la libertad se entiende como la capacidad de realizar una acción significativa, y, en consecuencia, estuvo particularmente preocupado ante la disminución del potencial que tienen los humanos para realizar este tipo de libertad en la vida política (Shaw, 2008).

En primer lugar, y siguiendo a Shaw (2008), nos ocuparemos de esclarecer la cuestión acerca del escepticismo de Weber hacia la democracia, cosa que implica un análisis de su concepción del poder político y de quién puede tenerlo en los Estados modernos.

Weber entendió el poder político en los Estados modernos como Herrschaft, esto es, un término alemán que podemos traducir como ‘gobierno imperativo’ o ‘dominación’. En términos más específicos, podemos entender Herrschaft como aquella probabilidad de que ciertos designios específicos sean obedecidos por un grupo de personas, esto puede darse por medio de una dominación brutal o por medio de una sumisión voluntaria. De acuerdo con el sociólogo alemán es posible concebir un gobierno sin Herrschaft, por ejemplo, una democracia directa puede entenderse como un gobierno sin ‘dominación’ en el que nadie está sujeto a obediencia en la medida en que las decisiones políticas son tomadas con base en el consenso común. Sin embargo, un ideal así no es plausible para el mundo moderno, dado que los Estados son muy grandes, muy diversos y complejos como para ser gobernados sin una división del trabajo intelectual. La democracia directa sólo es posible en Estados pequeños, sin desigualdades significativos y cuya organización sea simple y por tanto fácilmente comprensible (Shaw, 2008).

En la medida en que el ejercicio del gobierno requiere la división intelectual del trabajo, se hace inevitable el surgimiento de una casta de ‘notables’, quienes cuentan con los suficientes recursos intelectuales para dedicarse por completo a hacer políticas y administración pública en nombre del pueblo. Para que un Estado tal no caiga en el Hersschaft (dominación/gobierno imperativo), es menester que existan diferentes partidos políticos contendiendo constantemente los unos contra los otros, impidiendo que un solo partido obtenga el control de manera permanente (Shaw, 2008).

Ahora bien, retomando lo que se mencionó más arriba acerca de la concepción weberiana del poder político como aquella capacidad de ejercer el control de manera intencional en los asuntos políticos, es menester extraer cuatro precondiciones para el ejercicio del poder en los Estados modernos de su sociología política: 1. Juicio político (1a. la capacidad de escoger coherentemente entre posibles resultados; 1b. la comprensión de cuáles son los medios necesarios para tal fin). 2. Eficiencia causa (2a el poder físico para ejercer el poder; 2b. la legitimidad percibida, o capacidad para garantizar la obediencia) (Shaw, 2008).

En este sentido, Weber insistió en la cuestión de que la complejidad de las organizaciones ha incrementado considerablemente la pérdida de control que tienen los políticos sobre la economía, la milicia y la burocracia. Asimismo, según él, el poder político puede perderse ante la falta de legitimidad, de recursos, de información, así como de fallas en la razón instrumental y de la falta de habilidad para escoger coherentemente entre posibles resultados. Así, Weber se preocupó más por el hecho de cuánto poder pueden resistir los Estados modernos más que por la manera en que el poder es distribuido (Shaw, 2008).

Hasta este punto parece ser que la respuesta de Weber es negativa ante la pregunta: ¿Puede el poder político estar bajo el control del pueblo en los Estados modernos? Para que el juicio político se dé de manera adecuada, es menester que exista una educación política práctica previa, esto es, que el juicio político se aprende por medio del ejercicio del poder. Según Weber, si esta educación no existe, no es posible que el pueblo tome decisiones políticas, puesto que es propenso a tomar decisiones equivocadas, sesgadas por el sentimiento, cosa que pondría en riesgo la estabilidad del sistema de gobierno. En consecuencia, la participación democrática es proclive a desembocar en la disminución del poder político. Además, hay que señalar que Weber apoyó el sufragio igualitario, pero al mismo tiempo mantuvo que dada la estructura del estado moderno, esto no puede constituir los tipos de libertad ni de autonomía exaltados por los ideales democráticos (Shaw, 2008).

Ahora bien, hasta el momento parece que Weber se mostró pesimista, en el terreno práctico, ante la posibilidad de una democracia directa. Sin embargo, en el plano teórico, se mostró más optimista. Para él, los ideales democráticos están estrechamente ligados a su concepción de la libertad como autonomía individual. En este sentido, sostuvo que democracia y libertad son posibles solamente si se apoyan en la voluntad permanente y determinada que tenga un pueblo de no ser gobernado como a un rebaño de ovejas. Esta idea no es incompatible con su rechazo hacia la democracia directa, en la medida en que consideró que la realización de tal ideal no es posible para todos, sino que sólo es posible para algunos pocos que están llamados a la política, es decir, para aquellos que están dotados para ejercer el poder político en favor del pueblo. Esta idea puede entenderse como una democracia del liderazgo (Shaw, 2008).

Impacto de su pensamiento en la realidad

Para comprender el legado intelectual que el pensamiento político de Max Weber tuvo, será necesario centrarnos en tres autores contemporáneos en los que sus ideas están presentes, ya sea en un sentido afirmativo o en uno negativo. Así, podemos ver que sus postulados en torno a la idea de que tanto los partidos políticos como el liderazgo resultan indispensables en la vida política moderna influyeron notablemente en la concepción de Robert Michel de los partidos políticos. Asimismo, fueron fundamento de la teoría ‘elitista’ de la democracia de Joseph Schumpeter. Finalmente, también se considera que las ideas de Weber tuvieron alguna influencia en las visiones antidemocráticas de Carl Schmitt (Shaw, 2008).

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