Luis Villoro
( 1922 - 2014 )
Filosofía
Siglo XIX y principio del XX

En contexto

Luis Villoro Toranzo, de padres mexicanos, nació el 3 de noviembre de 1922 en Barcelona. Fue un importante filósofo y académico del siglo XX. Estudió la maestría y el doctorado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ambas con mención honorífica. Se desarrolló como profesor en la UNAM y contribuyó a fundar la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Además, ocupó distintos cargos administrativos en diferentes universidades, entre los que destaca el de secretario de la Rectoría de la UNAM 1961-1962.

Publicó numerosas obras, algunas de las cuales se han convertido en lecturas obligadas para estudiantes de Filosofía y otras disciplinas en toda América Latina, tales como: Los grandes momentos del indigenismo en México (1950); Creer, saber, conocer (1982); Los retos de la sociedad por venir: justicia, democracia y pluralidad (2007). Fue galardonado en múltiples ocasiones por su trayectoria académica. Murió el 5 de marzo de 2014 (El Colegio Nacional, s. f.).

Ahora bien, uno podría pensar que los intelectuales contemporáneos normalmente se mantienen al margen de los acontecimientos político; pero este no fue el caso de Luis Villoro, quien estuvo lejos de ser un filósofo resguardado en la academia. Un evento histórico que ilustra este punto es el levantamiento de las comunidades zapatistas en contra de las injusticias contra su gente en 1994. El reclamo de justicia por parte del zapatismo impactó fuertemente en Villoro. Tanto así que él mismo se reunió con zapatistas y les pidió ser sumado a su movimiento:

Fue una madrugada de mayo de hace más de una década, cuando llegó el filósofo especialista en la historia de los pueblos indígenas al cuartel general del EZLN para plantear ante el subcomandante Marcos —ahora autodenominado Galeano— su intención de unirse a las filas zapatistas. (Mariscal, 2015, párrafo 3)

Después de esta reunión la militancia del intelectual mexicano en el zapatismo fue activa, allí Villoro sirvió como Centinela y apoyó el movimiento. La causa zapatista influyó tanto en el filósofo mexicano porque para él representaron una alternativa viable de reivindicar nuestro orden político y comunitario lleno de desigualdades.

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Contexto intelectual

Durante lo que Vargas (2004), definió como la primera etapa del pensamiento de Luis Villoro Toranzo, es notoria la influencia, por un lado, de corrientes filosóficas como el historicismo y el existencialismo, y, por el otro, de grandes pensadores del exilio español como José Gaos. También, Leopoldo Zea lo influyó durante su juventud, cuando Villoro formó parte del grupo Hiperión.

Asimismo, en sus debates en torno a la democracia Villoro (2011) se influyó de contemporáneos suyos como Jürgen Habermas, David Held y Will Kimlicka y de clásicos de la Ilustración como Rousseau, y, a su vez, criticó el pensamiento político de filósofos como Immanuel Kant o John Rawls. Además, mostró un rechazo explícito hacia la tradición contractualista.

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

La principal obra que Luis Villoro dedicó al tema de la democracia es su libro titulado Tres retos de la sociedad por venir: justicia, democracia y pluralidad (2007). Sin embargo, las cuestiones políticas le interesaron profundamente y dedicó algunos análisis al tema de la justicia y de la multiculturalidad.

En su breve pero potente artículo titulado Democracia (2011), Luis Villoro hizo explícito su pensamiento democrático. Para él, la democracia no es representada por una única visión; por el contrario, existen dos tradiciones democráticas, distintas cada una, que podemos rastrear históricamente y estudiar.

La primera es la que Villoro (2011) denominó como ‘democracia ‘liberal’ y definió como expresión del capitalismo moderno actual y como la causante de los males que nos aquejan actualmente. Él entendió el capitalismo como algo profundamente negativo, por esto concibió como necesaria alguna alternativa que “eliminara o, al menos, aminorara los males causados” (párrafo 7).

La segunda tradición es la democracia republicana. Aunque, apuntó Villoro (2011) ésta no ha influido en la formación de las sociedades occidentales, está presente en autores italianos del Renacimiento y en filósofos como Jean-Jaques Rousseau, cuyas ideas repercutieron en las ideas de los antifederalistas durante el proceso de independencia de Estados Unidos:

Recordemos la defensa tanto de Thomas Jefferson como de John Adams, de una organización agraria de la economía opuesta a la industrialización, por ser garante, en su opinión, de preservar la pureza y la simplicidad propias de las virtudes republicanas comunitarias. (párrafo 10)

Otros aportes del republicanismo son ‘la idea del necesario control de los gobernantes por el pueblo real’ y la revocación de mandato. Estas ideas, además, están presentes en pensadores como Rousseau o Maquiavelo.

Ahora bien, para comprender su propuesta para reformar el orden político existente, es necesario señalar que para Luis Villoro (2011) la concepción democrática republicana tiene que ser distinguida de la concepción democrática liberal:

Desde sus inicios, la mentalidad republicana difiere de la liberal en subordinar los intereses personales al interés del todo social. El historiador de la revolución de independencia norteamericana, George Wood, destaca en el republicanismo el siguiente rasgo: “El sacrificio de los intereses individuales en beneficio del bien mayor de la totalidad -escribe- constituyó la esencia del republicanismo, viniendo a representar para los norteamericanos, el objetivo idealista de su revolución”. (párrafo 14)

Además de diferir en sus intereses, consideró el filósofo mexicano que ambas tradiciones difieren en su concepción de la persona moral. Por un lado, el liberalismo ha construido la idea de un sujeto moral autónomo, esto es, “un agente libre no coaccionado, que debe estar voluntariamente sujeto a reglas en cuya formulación no haya participado […] en cuanto sujetos morales todas las personas son iguales y, tienen, por lo tanto, los mismos derechos y deberes” (Villoro, 2011, párrafo 19). En suma, esta teoría está basada en el individualismo.

Por su parte, la tradición republicana concibió al hombre como un ente social, que ‘no puede separarse de los papeles que desempeña en su comunidad’. Esta concepción es incompatible con la del sujeto autónomo, puesto que esta última abstrae al hombre de su situación social, volviéndolo vacío.

La oposición entre ambas tradiciones también implica dos ideas bien distintas de la justicia. Por un lado, la tradición liberal entiende la justicia como igualdad, esto es, “la que no hace distinción entre las personas, pues todas están revestidas de la misma dignidad y tienen los mismos derechos”. Por el otro, la tradición republicana entiende la justicia como reconocimiento, esto es, “reconocimiento de la identidad de cada quien, pues las personas son insustituibles y cada una tiene necesidades diferentes, que deben ser atendidas”. (Villoro, 2011, párrafo 27)

Así, señaló Villoro (2011), la oposición ya no sólo es entre dos concepciones de sujetos morales a secas, sino entre dos concepciones del sujeto moral y político. Por un lado, el contractualismo propuso que el individuo es previo a la sociedad por medio de la idea de un estado de naturaleza. En cambio, para el republicanismo: “La sociedad preexiste al individuo. El individuo nace y transcurre en el marco de un horizonte social que lo antecede… éste no puede concebirse previo a la sociedad” (párrafo 35). Además, entendió que hay derechos individuales y derechos colectivos y que los fines del individuo se realizan en la comunidad.

En suma, Luis Villoro (2011) concibió que en el republicanismo y comunitarismo podrían encontrarse las bases para una reforma de nuestros sistemas de gobierno y de la sociedad en general, pues, según su razonamiento, el individualismo liberal y el modo de producción capitalista son en gran parte responsables de la situación actual tan desfavorable en términos de justicia: “El liberalismo, en filosofía y en política, es una expresión de individualismo moderno. El republicanismo y comunitarismo expresan el proyecto futuro de una posible comunidad renovada” (párrafo 43).

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

La contribución de Luis Villoro al zapatismo es notoria y es reflejo de su compromiso intelectual con la sociedad y el mundo. En el ámbito académico sus aportaciones fueron muchas y notorias. Por ejemplo, ha publicado introducciones a libros y ensayos de filósofos como Bertrand Russell, René Descartes, entre otros. Tradujo la obra de pensadores como Jean Paul Sartre, Maurice Merleau Ponty, Emmanuel Levinas, etc.

Sus dos grandes contribuciones a la disciplina de historia de las ideas fueron Los grandes momentos del indigenismo en México (1950) y El proceso ideológico de la revolución de Independencia (1953). En teoría del conocimiento publicó Creer, saber, conocer (1982), libro en el que discutió a profundidad algunos de los problemas clásicos de la epistemología y además ofrece una postura personal. También hizo aportes en Metafísica, teoría de las ideologías y filosofía de la educación, por mencionar algunas (Vargas, 2004).

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