Karl Marx
( 1818 - 1883 )
Derecho, Economía, Filosofía, Política-Ciencia Política, Teología
Siglo XIX y principio del XX

En contexto

Karl Marx nació en el año de 1818. Su familia era de origen judío, pero tuvieron que convertirse al cristianismo para abrirse paso en la antisemita Prusia del siglo XIX. Marx fue un destacado estudiante del Derecho y escribió una tesis doctoral sobre filosofía (obtuvo su doctorado en 1841, a los 22 años). Trabajó como periodista, empleo que lo hizo verse involucrado en temas políticos y sociales. Entre 1843-45 publicó obras muy relevantes como Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de HegelLa cuestión judía Tesis sobre Feuerbach (obra que no fue publicada cuando Marx estaba vivo). Durante este periodo vivió en París (Wolff, 2017).

En 1847 conoció a Friedrich Engels, quien se convertiría en su gran amigo por el resto de su vida. En 1848 publicó el Manifiesto del Partido Comunista, que pasaría a la historia como una de las obras más leídas en todo el mundo. Un año después Marx huyó a Londres de la persecución política en su contra, ciudad en la que pasó el resto de sus días. Pocos años después publicó el primer volumen de lo que se convertiría en su más grande obra, El Capital (los otros dos volúmenes fueron editados y publicados póstumamente por Engels). Este libro es hoy en día una de las fuentes más consultadas y debatidas en las ciencias sociales. Murió el 14 de marzo de 1883.

Para analizar a este pensador desde una mirada más histórica, hay que considerar que fue uno de los filósofos más comprometido con las necesidades de su tiempo. El siglo XIX europeo se caracterizó por la implementación de nuevas tecnologías y formas de organización de la producción y en trabajo en la industria que aumentaron drásticamente la productividad. Esto transformó el paisaje de Europa, llenándolo de minas, fábricas, canales y carreteras que hicieron crecer rápidamente las ciudades. Además, esta situación produjo que los campesinos se vieran obligados a mudarse a las grandes ciudades en busca de sus medios de subsistencia, aceptando salarios muy bajos a cambio de extenuantes jornadas laborales.

Esta época se caracterizó también por la efervescencia de los ideales socialistas, liberales y nacionalistas que culminaron con una ola de revoluciones en Europa y Latinoamérica en el año de 1848. Otro acontecimiento de importancia en este periodo fue la Comuna de París, en el año de 1871, uno de los más impactantes ejercicios de democracia directa implementada por las y los trabajadores, que culminó con la represión y muerte de alrededor de 30,000 comuneros (Gundraker, 2020).

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Contexto intelectual

La principal inspiración de Karl Marx fue la obra de Frederick Hegel. En su juventud, se mantuvo cercano a los jóvenes hegelianos de izquierda con quienes sostuvo una relación intelectual fructífera que le sirvió como inspiración para la realización de sus primeros escritos. Ya en la madurez, Marx recurrió nuevamente a Hegel para tomar su método dialéctico y llevarlo del terreno de las ideas al de las condiciones materiales de la producción capitalista (Wolff, 2017). Examinando esta cuestión más a fondo, podemos recurrir al siguiente pasaje para definir el modo en que este filósofo reinterpretó el pensamiento hegeliano:

Marx suprimió de la teoría de Hegel el supuesto de que las naciones son las unidades efectivas de la historia social –un supuesto que nunca tuvo una estrecha relación lógica con su sistema–, y sustituyó la lucha de las naciones por la lucha de las clases sociales. Así, eliminó del hegelianismo sus cualidades distintivas como teoría política –su nacionalismo, su conservatismo y su carácter contrarrevolucionario– y lo transformó en un nuevo y poderoso tipo de radicalismo revolucionario. El marxismo se convirtió en progenitor de las formas más importantes de socialismo de partidos en el siglo XIX y después, con muy importantes modificaciones, del comunismo actual. (Sabine, 1976, p. 545)

Pero, aunque, en aspectos como el citado anteriormente, el filósofo se desmarcó de la doctrina de Hegel, según Sabine (1976) hay al menos dos aspectos en los que la filosofía de Marx es continuación del pensamiento de Hegel. En primer lugar “Marx siguió creyendo que la dialéctica era un eficaz método lógico, el único capaz de demostrar una ley del desarrollo social y, en consecuencia, su filosofía como la de Hegel fue una filosofía de la historia” (p. 545). En segundo lugar, “para Marx como para Hegel la fuerza impulsora del cambio social es la lucha y el factor determinante, en última instancia es el poder” (p. 545).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Karl Marx no dedicó obras enteras a discutir los retos de la democracia, sino que prefirió dedicar sus trabajos intelectuales a cuestiones de índole económico. Sin embargo, en textos como su Manifiesto del Partido Comunista es posible rastrear algunos momentos que podrían leerse como una reflexión original sobre la democracia.

Los principales aportes de Marx a la teoría de la democracia son tres. Primero, sugirió la necesidad del sufragio universal y de la realización de elecciones cada año para verdaderamente dar voz al pueblo y que los representantes no se convirtieran en sirvientes de sus intereses particulares. Segundo, hizo una crítica al poder ejecutivo. De acuerdo con Leipold (2020), Karl Marx consideró que el poder ejecutivo nunca debería tener más poder que el necesario y que para que esto sea posible es necesario que exista un poder legislativo sólido; en otros términos, la legislatura es la más democrática de las tres ramas del Estado y los demócratas socialistas deberían defenderla de intrusiones por parte de los poderes ejecutivo o judicial. En tercer lugar, el filósofo prusiano, además, como expone Leipold (2020), pensó en la necesidad de transformar la burocracia para que la representación esté en mano de la clase trabajadora. Buscó transformar el Estado de tal manera que éste pusiera a trabajadores ordinarios en el corazón de la administración pública. Asimismo, propuso abrir la burocracia de los estados a elecciones competitivas. Todo ello porque, según él, esto haría que el Estado dejara de ser un cuerpo separado, alienado, que gobierna sobre el pueblo. En lugar de esto el gobierno pasará a estar bajo control del pueblo.

Si bien, Marx nunca señaló con precisión cómo sería posible la democratización de la burocracia, sí tuvo en mente el modelo ateniense en el que los ciudadanos intercambiaban roles entre gobernante y gobernado por medio de sorteos, cosa que permitía mayor igualdad y participación en la representación. Finalmente, es necesario señalar que, de acuerdo con la exposición anterior, para el filósofo prusiano una transformación radical de la esfera económica supone, a su vez, la transformación radical de la esfera política.

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

Más a fondo, Marx consideraba muy problemática la relación entre democracia y capitalismo; la veía como una gran contradicción. Mientras que la democracia siembra derechos políticos y libertades ciudadanas, el capitalismo genera crecientes desigualdades y abismos entre las clases sociales. Por ello el filósofo alemán pugnaba por superar el modo de producción capitalista y forjar una sociedad sin clases (Marx, 1848). Sin embargo, en algún momento éste veía en la radicalización de la democracia representativa, es decir, llevarla al extremo del sufragio universal y la transformación del Estado para dar cabida a los intereses de las clases trabajadoras, una poderosa fuerza que haría estallar dicha contradicción (Sánchez, 1983). De ahí su apoyo al movimiento obrero para participar en las elecciones parlamentarias y construir el camino al socialismo.

El estallido de la Comuna de París y su brutal represión en 1871 afianzaron muchas de las concepciones de Marx sobre la democracia. La comuna de París dio pie a la conformación de una breve república obrera de democracia directa, con funcionarios votados bajo condición de revocabilidad, salarios equiparados a los trabajadores, asambleas igualitarias y referéndums. Esto demostró que la clase trabajadora podía ejercer el poder político. Sin embargo, la Comuna fue brutalmente reprimida por una coalición de fuerzas conservadoras europeas en conjunto con la burguesía francesa. A partir de estos hechos, Marx afirmó con más énfasis que los trabajadores debían deconstruir el Estado burgués y reemplazarlo por uno propio (Marx, 1871).

Por estas razones, Sánchez (1983) concluye que la preocupación central de Marx respecto a la democracia es qué papel desempeña ésta en la vía que ha de llevar al socialismo:

La extensión y profundización de la democracia significa, al mismo tiempo, la recuperación por parte de la sociedad de funciones y fuerzas que hasta entonces había absorbido el Estado. En suma, en la nueva sociedad no basta con usar el Estado en provecho de la clase obrera, sino que ha de procederse a su destrucción. La democracia es, a la vez, causa y efecto de ese proceso; en consecuencia, la democracia es parte indisoluble, vital, de esa nueva sociedad. Tal es la enseñanza que brinda el análisis marxiano.

En el Manifiesto del Partido Comunista (1848), Marx y Engels habían señalado que un paso importante para conquistar el socialismo es la construcción de una democracia vista como el poder de los trabajadores. Para el filósofo alemán la transformación radical de la esfera política supone, a su vez, la transformación radical de la esfera económica. Es decir, la democracia nunca sería completa si se mantenía el sistema capitalista de explotación. Esto significa que, aunque la democracia representativa puede promover políticas redistributivas y aumentar la participación ciudadana, existe una base estructural que se alimenta de la explotación de la clase proletaria por parte de los dueños de los medios de producción. Esta dominación es la que convierte a la sociedad capitalista en injusta y desigual por definición.

Para sustentar científicamente estas afirmaciones, Marx edificó una obra monumental, titulada El capital (1867), donde desarrolla las categorías analíticas para deconstruir la sociedad burguesa.

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