Jürgen Habermas
( 1929 - presente )
Mundo Contemporáneo

En contexto

Jürgen Habermas nació el 18 de junio de 1929 en Düseldorf, Alemania. Es un filósofo y sociólogo reconocido en todo el mundo, sobre todo en lo que concierne a sus diversos trabajos en filosofía política, ética, teoría del derecho y teoría del lenguaje (Jürgen Habermas, s. f.).

Estudió filosofía, historia, psicología, literatura alemana y economía en las universidades de Gotinga, Zürich y Bonn (Jürgen Habermas, s. f.). Fue alumno de importantes académicos como Theodor Litt, Johannes Thyssen. Herman Wein, entre otros. Además, destaca la fructífera relación intelectual que sostuvo con Karl-Otto Apel.

Entre 1954 y 1959 fue ayudante del célebre filósofo Theodor W. Adorno en el Instituto de Investigación Social de Fráncfort. Entre 1964 y 1971 ejerció como catedrático en la Universidad de Fráncfort. A partir de este periodo fue considerado como uno de los principales representantes de la segunda generación de la Teoría Crítica. En 1968, obtuvo renombre internacional con su libro Conocimiento e interés (Jürgen Habermas, s. f.).

Entre 1971 y 1983 dirigió el Instituto Max Planck. Posteriormente, en 1983, regresó a la Universidad de Fráncfort donde se desenvolvió como catedrático en las áreas de filosofía y sociología, allí permaneció hasta 1994, año de su jubilación. Sin embargo, permanece activo en la docencia, como profesor visitante en universidades de Estados Unidos (Jürgen Habermas, s. f.).

Ha recibido numerosos premios y distinciones entre las que destacan el Premio Gottfried Wilhelm Leibniz (1986), el Premio de la Paz (2001), el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2003), así como los Doctorados Honoris Causa que le han sido otorgados por diversas Universidades como las de Jerusalén, Buenos Aires, Hamburgo, Tel Aviv, Atenas, entre otras (Jürgen Habermas, s. f.).

En cuanto a los acontecimientos históricos que motivaron el trabajo de Habermas, podemos mencionar el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el surgimiento de la República Federal de Alemania a partir de sus ruinas sociales y económicas, la Guerra Fría, las protestas estudiantiles de 1968, la caída del Muro de Berlín en 1989, y la decadencia de la Unión Soviética (Finlayson, 2005).

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Contexto intelectual

La relación de Habermas con el nazismo fue más o menos estrecha durante los primeros años de su vida. Este filósofo perteneció a las juventudes hitlerianas, aunque después de la Segunda Guerra cambió de parecer, en parte gracias al impacto que tuvieron sobre él los acontecimientos del Holocausto y el seguimiento que hizo de los juicios de Núremberg que le sirvieron para abrir los ojos ante la horrorizante realidad del nazismo.

La primera influencia importante en la vida de Jürgen Habermas fue Martin Heidegger, a quien estudió entre 1949 y 1953. Comenzó entusiasmado ante sus ideas, pero paulatinamente se desilusionó de él no tanto porque Heidegger fuera abiertamente un nazi, sino por “su subsecuente evasiva y rechazo de expresar pena alguna por sus acciones” (Finlayson, 2005, p. 14).

En 1954, obtuvo su doctorado con una disertación sobre Friedrich Schelling, filósofo del idealismo alemán. Posteriormente, se interesó por los trabajos de Herbert Marcuse y Karl Marx. En 1956 se convirtió en asistente de investigación de Theodor W. Adorno en el Instituto de Investigación Social de Fráncfort, de quien además fue alumno; en este Instituto además tuvo contacto con Max Horkheimer, de quienes aprendió “cómo identificar su propia tradición alemana desde una distancia crítica, cosa que le permitió, cómo el mismo refiere, ‘a continuarla con un espíritu autocrítico, con el escepticismo y la claridad de visión de un hombre que ya ha sido engañado’” (Finlayson, 2005, p. 16). Durante este periodo, su pensamiento se tornó más radical y simpatizante de Marx.

Tras su salida de Fráncfort, Habermas inició una prolífica carrera como catedrático en diferentes universidades. Durante la década de los 60, destaca una confrontación que sostuvo con los jóvenes estudiantes radicales, a quienes comparó con el fascismo autoritario de izquierda (Finlayson, 2005, p. 16). En 1983, Habermas regresó a la Universidad de Fráncfort, donde estableció su reputación como uno de los teóricos sociales más prominentes y una de las voces más respetadas de la izquierda democrática en Alemania (Finlayson, 2005). Durante los años 90, se interesó por el trabajo del filósofo político estadounidense John Rawls, sobre todo por su concepción del liberalismo. Tras su jubilación en 1994, se ha mantenido activo como intelectual, escritor y profesor visitante en universidades de Estados Unidos. Recientemente ha escrito sobre temas tan variados como bioética, tecnología genética, Irak, terrorismo, cosmopolitismo y la política exterior norteamericana después del 9/11 (Finlayson, 2005, p. 18).

Finalmente, tras haber expuesto en términos generales la biografía intelectual del filósofo, y siguiendo a Finlayson (2005), se puede dividir el corpus habermasiano en al menos cinco líneas de investigación: la teoría pragmática del significado; la teoría de la racionalidad comunicativa; el programa de la teoría social; el programa de la ética del discurso; el programa de la teoría democrática y legal (o teoría política).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Habermas nos aclara que su idea de una democracia deliberativa es un modelo entre otros. Su importancia radica en que puede ofrecer soluciones a los problemas que pudieran presentar los distintos mecanismos de asociación política:

El modelo de democracia deliberativa se forma sobre la base de la unidad activa entre derecho y política y, como otros modelos, requiere que su aplicación se considere necesaria, lo cual significa que una sociedad quiera y deba conformarse como una comunidad jurídicamente asentada. (Lizárraga, 2011, p. 44)

Ahora bien, la primera condición que debe cumplir este modelo es la igualdad entre los ciudadanos en términos de la validez que tiene su opinión para ser tomada en cuenta “aportación, para la mejor convivencia social sobre bases jurídicas” (Lizárraga, 2011, p. 44). Para que esta condición se cumpla el Estado tiene que asumir ciertos compromisos con su comunidad: “El Estado se encargará, como Estado democrático de derecho, de institucionalizar el espacio de deliberación con el que se conectará abiertamente con el público, en general, y el ciudadano en particular, y además, institucionalizará la soberanía popular” (Lizárraga, 2011, p. 45).

Bajo el modelo habermasiano, las normas no son rígidas, sino que están sujetas a cambio cuando la opinión pública así lo determine mediante el ejercicio de la razón. Dicho ejercicio tiene lugar por medio de lo que el filósofo denomina acción comunicativa:

La acción comunicativa, por su parte, ya contiene su esencia universal fundada en normas al constituirse en el lenguaje, pues éste supone el entendimiento común y que el individuo emisor sea responsable de sus actos de comunicación mediante la validación de los otros. Los individuos, finalmente, aparecen como autores ‘racionales’ de normas que regirán la sociedad que ellos mismos comprenden reflexivamente, mediante el debate y el entendimiento; por otra parte, renunciando a la violencia, la relación es meramente dialógica y racional. (Lizárraga, 2011, p. 45)

En suma, el modelo habermasiano se muestra optimista ante la idea de una sociedad autorregulada por el ejercicio racional de su comunidad: “el modelo deliberativo se funda en la reflexión y provee una propuesta de valoración ante la forma en que estamos construyendo sociedades de actualidad”. (Lizárraga, 2011, p. 45)

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

Jürgen Habermas es un intelectual que ejercita el uso de la razón pública, de modo tal que ha permanecido presente en la escena intelectual durante décadas, buscando transformar el rumbo de las sociedades contemporáneas mediante sus diagnósticos:

Durante casi siete décadas en activo Habermas ha dado cumplidas muestras de ser un pensador original, vigoroso e influyente, probablemente el filósofo germano con mayor proyección internacional de las décadas finales del siglo XX y de las iniciales del XXI. Sus escritos han sido traducidos a más de cuarenta lenguas. Los libros dedicados a analizar y discutir su obra se cuentan por centenares y los artículos en revistas especializadas, por decenas de miles. (Velasco, 2019, párrafo 2)

La vigencia que tiene el filósofo en la política de las sociedades occidentales es indiscutible. Sus diversos aportes sobre temas políticos, tales como sus diagnósticos sobre la sociedad, así como sus contribuciones a la filosofía lo hacen uno de los pensadores occidentales más influyentes de nuestro tiempo.

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