Judith Butler, nació el 24 de febrero de 1956 en Ohio, Estados Unidos. Es una académica cuyas teorías sobre la performatividad del género y el sexo han influido en teoría cultural, teoría queer y algunas escuelas de feminismo filosófico de finales del siglo XX. Después de asistir al Colegio Bennington, Butler estudió filosofía en la Universidad de Yale, obteniendo su doctorado en 1984. Ha sido profesora en Universidad Wesleyana, Universidad George Washington, Universidad Johns Hopkins y en la Universidad de California. Sus teorías sobre la performatividad del género y del sexo han sido influyentes entre la filosofía francocéntrica, la teoría cultural, teoría queer y algunas escuelas de feminismo filosófico (Duignan, 2020).
Bandera
La influencia que tuvo Hegel en la filósofa estadounidense fue decisiva, ya que sobre el impacto de éste en el pensamiento francés del siglo XX realizó su tesis doctoral. Además, el pensamiento de Butler recupera el pensamiento de diversos teóricos del siglo XX: “Michel Foucault representa un papel crucial. Autores como Simone de Beauvoir, Monique Witting o Gayle Rubin serán objeto de estudio en la empresa de problematizar el concepto de género” (Judith Butler, s. f., párrafo 2). También ha leído a fondo la obra de pensadores como Lacan, Freud, Althusser, Nietzsche, Lévinas, Arendt y Derrida (Judith Butler, s. f.).
El problema social del que parte Judith Butler para desarrollar su pensamiento democrático es aquella exclusión histórica y sistemática a la que se han visto expuestos sectores como el LGTBIQ, ya que éstos se han visto excluidos del juego político. Para solucionar esto es necesario un modelo de democracia radical:
Hablar de democracia radical es hablar de antiesencialismo, de crítica a toda clase de universalismos excluyentes, de reivindicación de la política como conflicto y de la lucha agonística por el posicionamiento de sectores sociales históricamente excluidos. Por tales razones, la propuesta Butleriana ha venido a dar fuerza a esta visión transformativa de la política y la cultura hegemónica actual. (Duque Acosta, 2010, p. 30).
La apuesta de la democracia radical –como también lo han apuntado pensadores como Mouffe, Zizek o Laclau– es la construcción de un modelo antiesencialista que permita “la transformación progresiva “de los imaginarios colectivos sobre la diferencia y la diversidad, que se reflejará en el mediano o largo plazo, en un replanteamiento de cuestiones identitarias que anteriormente eran vistas como esenciales o inamovibles” (Duque Acosta, 2010, p. 31). Ahora bien, para que este cambio social antiesencialista sea posible, señala Butler, es necesaria la politización y movilización del sector LGTBIQ, esto es, que dicho sector se posicione como un actor político central en la consecución de un sistema democrático radica; como resultado del rol activo en la política por parte del sector LGTBIQ, se alcanzará “la construcción de una nueva noción de ciudadanía que permita eventualmente celebrar las diferencias y la diversidad como un aporte esencial a la riqueza humana” (Duque Acosta, 2010, p. 31).
Además, resulta fundamental señalar que la lucha por el reconocimiento político, jurídico y social del sector LGTBIQ no se agota en su carácter identitario antiesencialista, tampoco es una lucha por la normalización o la tolerancia; lo que se exige es respeto pleno, reconocimiento de la diferencia y la diversidad sexual, derecho a la diferencia:
Es en esta línea que en términos de la teoría de la performatividad de género, para el sector LGTBIQ la tarea no se trataría sólo de luchar por la ampliación de derechos (matrimonio, adopción, patrimonio etc.), por ‘correr la cerca’, sino por la deconstrucción del orden simbólico, ya que lo opuesto puede producir un ensanchamiento de la brecha ya existente entre formas legítimas e ilegítimas del intercambio sexual y de la expresión de género. (Duque Acosta, 2010).
En suma, la lucha política propuesta por el modelo democrático radical está orientada a una transformación completa de la sociedad, en la que se dejen de tomar en cuenta ‘definiciones canónicas de la normalidad sexual’ como criterios de exclusión y se acepte la diversidad, y, como se señaló anteriormente éste no sería posible sin que el sector LGTBIQ asuma un papel activo dentro del juego político.
El pensamiento de Judith Butler ha jugado un rol muy importante dentro de las luchas por la reivindicación de la comunidad LGTBIQ, por lo que hoy se posiciona como una de las pensadoras contemporáneas más importantes sobre cuestiones de género y política.
En la obra titulada El género en disputa (1990), buscó poner a discusión aquellas ideas sobre las que se encontraban fundamentados los roles de género, con el propósito de criticarlos y encontrar nuevas maneras de pensar las diversas expresiones de género posibles.
Duignan, B., (2020). Judith Butler. Encyclopaedia Britannica. Ver más
Duque Acosta, C. A., (2010). Judith Butler: performatividad de género y política democrática radical. La manzana de la discordia, 5(1), 27-34.
Judith Butler, (s. f.). En Seminari Filosofia i Gènere. Universitat de Barcelona. Ver más
En género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad (1990) Ver más
Cuerpos que importan. El límite discursivo del sexo (1996) Ver más
Lenguaje, poder e identidad (1997) Ver más
Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre la sujeción (1997) Ver más
Los usos de la igualdad (1999) Ver más
El marxismo y lo meramente cultural (2000) Ver más
Deshacer el género (2004) Ver más
Frames of war: when is life grievable? (2009) Ver más
Performatividad precariedad y políticas sexuales (2009) Ver más