José María Morelos y Pavón
( 1765 - 1815)
Dirigente Político(a)/Revolucionario
Siglo XVIII e Ilustración

En contexto

José María Morelos y Pavón fue un caudillo de la insurgencia nacido en Valladolid, Michoacán, en 1765. Fue un niño mestizo en una sociedad en la que la estratificación social estaba basada en la idea de raza, segundo hijo de Manuel Morelos, carpintero de oficio y Juana María Pérez Pavón. Como provenía de una familia de recursos limitados, tuvo que trabajar desde temprana edad, desempeñó diferentes tareas de rancho (p. ej. agricultura, arriería, ganadería, construcción, administración, comercio, entre otras) hasta los 25 años, momento en el que comenzó a estudiar para sacerdote en el Colegio de San Nicolás, Valladolid. Allí conocía a Miguel Hidalgo, quien era rector de aquel centro educativo:

La figura del cura Hidalgo era tan destacada que se convirtió en una especie de líder intelectual de todo el clero diocesano de Valladolid, era el orgullo de la intelectualidad michoacana, de lo que para Morelos no era la excepción, lo admiró y siguió su ejemplo para estudiar y obtener las mejores notas, continúa sus estudios en el seminario tridentino, mismos que concluye en marzo de 1795. (Arriaga Martínez, s. f., p. 2)

A los 32 años, Morelos se hizo cargo de su familia tras el fallecimiento de su padre. Así, tras ser nombrado cura de Churumuco y La Huacana, Michoacán, partió con su madre y su hermana a aquel lugar; sin embargo, las condiciones no eran favorables y Morelos terminó por pedirle al obispo de Valladolid que lo reubicara. Fue trasladado a Caracuaro y Nocupetaro, pero ahí también tuvo dificultadas relacionadas con el malestar de las comunidades indígenas ante el sostenimiento de los clérigos. La iglesia les exigía pagar en especie, pero ellos preferían hacerlo en moneda dado que su principal fuente de ingresos era la renta de sus tierras; Morelos no estaba de acuerdo con esto y creía que los campesinos debían pagarles en especie puesto que ello les enseñaba a “que fueran gente trabajadora y que no dependieran de lo que les pagaban por las rentas de sus tierras” (Arriaga Martínez, s. f., p. 3).

En 1802 construyó la iglesia de Nocupetaro, comunidad por la que sentía más afinidad, en ese mismo año conoció a Brígida Almonte con quien engendró su primer hijo, Juan Nepomuceno Almonte, “quien participó desde adolescente en la insurgencia, posteriormente figuraría en primera plana en la política nacional, muy cercano a Vicente Guerrero, formo (sic.) parte de los liberales más puros”: (Arriaga Martínez, s. f., p. 4). Cabe señalar que Morelos no negó la paternidad a ninguno de sus dos hijos, pero no pudo darles su apellido dado que esto implicaba admitir que había incumplido con su voto de celibato.

Morelos ya contaba con el respeto y admiración de la comunidad, cosa que pudo garantizarle un futuro más o menos cómodo. Sin embargo, sus convicciones e ideales lo llevaron por otros caminos. A principios del siglo XIX comenzaron a hacerse más y más comunes los comunicados de la Iglesia, solicitando dinero para la corona española (sumida en la corrupción y en plena decadencia), para 1809 Morelos contribuía cada vez menos, al igual que los demás curas de la región, “pues empezaban a cuestionar peticiones provenientes de las autoridades española, ese mismo año comenzaron a gestarse tanto en Valladolid como en Querétaro varias conspiraciones en contra del gobierno de la corona” (Arriaga Martínez, s. f., p. 6).

El 16 de septiembre de 1810 Miguel Hidalgo inició la lucha por la independencia de México y Morelos terminó por unirse cuando se enteró que aquel hombre al que tanto admiraba era el líder del movimiento. Se encontraron en Charo y lo acompañó hasta Indarapeo, allí se dio una entrevista en la que Hidalgo lo reconoció como un destacado alumno y le encomendó la tarea de insurreccionar el sur del país. Esta fue la última vez que Morelos e Hidalgo se vieron, luego de ello Morelos dejó la parroquia para luchar por la independencia:

A finales de octubre de 1810 Morelos parte de Carácuaro con 25 hombres con la misión de tomar la ciudad de Acapulco, al llegar a Huetámo, el primer ejercito de Morelos cuanta ya con 350 personas, avanza sobre los límites de Michoacán y se introduce al actual Estado de Guerrero, al pasar por Petatlán y Zihuatanejo ya son más de dos mil hombres los que lo acompañan en su primer campaña, la cual tenía el objetivo de tomar Acapulco, siendo el punto estratégico el Puerto de San Diego tal como Hidalgo le había encomendado (Arriaga Martínez, s. f., p. 7).

Como se puede notar, el avance de las tropas de Morelos era significativo y a un año de haber emprendido su campaña promulgó el documento conocido como Bando de Aguacatillo, del cual rescataremos el siguiente fragmento para ver cómo en él se trazan los objetivos de la lucha:

Nadie pagará tributo, ni habrá esclavos en lo sucesivo, y todos los que los tengan serán castigados. No hay Cajas de Comunidad y los indios percibirán los reales de sus tierras como suyas propias. Todo americano que deba cualesquiera cantidad a los europeos, no está obligado a pagarla; y si fuere lo contrario, el europeo será ejecutado a la paga con el mayor rigor. Todo reo se pondrá en libertad con apercibimiento, y si incurriese en el mismo delito o en otro cualesquiera que desdiga a la honradez de un hombre, será castigado. La pólvora no es contrabando y podrá labrarla todo el que quiera. El Estanco de tabacos y alcabalas seguirá por ahora para sostener la tropa; y otras muchas gracias que concederá S.E. y concede para descanso de los americanos. Que las plazas y empleos estarán entre nosotros y no los pueden obtener los europeos, aunque estén indultados. (Morelos, 2017, p. 1)

Ahora bien, continuando con los datos históricos, llegando a Acapulco, Morelos se estableció en el cerro del Veladero, donde tuvo sus primeras batallas en contra de los realistas, obteniendo resultados favorables, incluso tropas realistas se le sumaron:

Durante estas campañas Morelos se gana el respeto y confianza de sus subalternos y se incorporan a sus filas personajes como Vicente Guerrero quien sería más adelante pieza importante en la consumación de la independencia, así como miguel Hernández Félix, quien más tarde cambiaría su nombre a Guadalupe Victoria y sería nombrado primer presidente de México. (Arriaga Martínez, s. f., p. 9)

Morelos continuó avanzando y conquistó lugares como Tlapa, Cuautla, Taxco, Tixtla e Izúcar (donde se le unió Mariano Matamoros). Decidió establecer su centro de operaciones en Cuautla y, el virrey Venegas, ante el temor de que se organizara un ataque a la Ciudad de México desde Cuautla, ordenó al general Calleja que se dirigiera a este sitio para derrotarle. Aunque Morelos tenía previsto cómo iba a defender la ciudad de los realistas, las cosas se complicaron y dieron lugar a lo que hoy conocemos como el sitio de Cuautla, mismo que es posible recuperar en los siguientes términos:

Calleja llegó a Cuautla y puso de sitio a la ciudad, cortó la entrada de alimentos y mandó a contaminar el agua con animales muertos, en febrero de 1812 los españoles lanzaron al asalto de la plaza de Cuautla, en aquella época un pueblo pequeño. sin embargo los Insurgentes habían realizado pequeños trabajos sobre el terreno para impedir el avance de los hispanos, ambos contendientes lucharon ese día sin que los españoles pudieran apoderarse de la plaza, Calleja continuó el sitio de Cuautla y posteriormente fue reforzado con la llegada de más realistas, durante 72 días los Insurgentes repelieron el asedio de la plaza, Calleja no podía creer que después de varios días aún se resistían sin agua, ni alimentos, ya que cada día era más difícil encontrar suministros para las tropas (Arriaga Martínez, s. f., p. 10).

Las tropas realistas insistieron con el ataque, haciendo llover bombas y granadas sobre la plaza. Morelos y su gente continuaron peleando, pero el sitio de la ciudad se prolongó cada vez más y los recursos eran cada vez menos. Calleja impidió el paso de víveres y cortó el suministro de agua; Matamoros logró atravesar el cerco y llegar a Toluca en donde López Rayón lo esperaba con provisiones, pero terminó por perderlas en un ataque de los realistas. El sitio siguió prolongándose, los insurgentes continuaban resistiendo y luchando, hasta que el dos de mayo Morelos decidió romper el sitio, logrando huir, pero perdiendo la vida 800 de sus hombres. Luego de que los insurgentes escaparan, Calleja ordenó el saqueo de la ciudad y fue nombrado comandante general por el virrey Venegas.

Morelos todavía conservaba una tropa fuerte y luego de reorganizarse continuó cosechando victorias militares, obteniendo un logro importante en noviembre de 1812, la toma de Oaxaca, duro golpe para el virreinato dado que esta era una importante provincia y dado que los insurgentes obtuvieron grandes recursos. Ese mismo año, Morelos se encontraba en Zitácuaro, lugar en el que sufrió una importante derrota y sus tropas terminaron por separarse entre los diferentes integrantes de lo que se conoce como junta de Zitácuaro (junta que pretendió establecer las bases del nuevo gobierno, sin éxito).

En febrero de 1813, Morelos salió de Oaxaca junto con su ejército con rumbo hacia la ciudad de Acapulco. A principios de abril, la tropa insurgente, que en ese momento constaba de unos 1500 hombres y poca artillería, dio inició al sitio de Acapulco, consiguiendo una victoria casi total pocos días después. Sólo quedaba el capitán Pedro Vélez, acuartelado en el fuerte de San Diego con 334 hombres, sin disposición a rendirse. Morelos sitió el fuerte y esto comenzó a mermar las condiciones de la tropa realista. Vélez terminó por rendirse y el 20 de agosto de 1813 la bandera insurgente se izó en aquel fuerte. Con la toma de Acapulco, Morelos al fin cumplió con la encomienda de Hidalgo.

En septiembre de 1813,”se da a conocer un documento que expresa las ideas de Morelos para terminar la guerra y los fundamentos de la constitución futura, dicho documento sería conocido con el nombre de Sentimientos de la Nación” (Arriaga Martínez, s. f., p. 23). Cuando expongamos las contribuciones de Morelos a la democracia, este documento será comentado de manera más completa. En Chilpancingo, se negó a aceptar el poder ejecutivo, pero ante la insistencia del Congreso aceptó el título de “Siervo de la Nación”. Este año, además estuvo marcado por la falta de efectividad de las tropas insurgentes, sufriendo derrotas importantes como la de Valladolid ante Iturbide; esto le hizo perder credibilidad. Morelos fue derrumbándose a causa de la subordinación que se autoimpuso ante el congreso:

Con el tiempo, el congreso le quitó el mando del ejército y el dinero, dejándolo con una insignificante tropa, más tarde lo privaría del poder ejecutivo e incluso consideraría la idea de volverlo a su curato de Carácuaro, a las represiones del congreso sobre sus movimientos militares, Morelos respondió: ‘el señor hablar el siervo debe callar así me lo enseñaron mis padres y maestros’. (Arriaga Martínez, s. f., pp. 25-6)

Para 1814 la situación de Morelos y del movimiento insurgente no era más favorable. Su ejército se había convertido en una población errante, sentenciada de muerte por el enemigo, y que redactaba una constitución bajo los árboles. Sin embargo, el 22 de octubre “en Apatzingán, Michoacán, el Congreso expidió el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, mejor conocida como Constitución de Apatzingán” (Martínez Arriaga, s. f., p. 26). Esta constitución se inspiró en las ideas de la Ilustración y estuvo compuesta por 242 artículos contenidos en dos apartados. Los cuatro principios que articulan esta obra son: soberanía, división de poderes, supremacía de la ley y democracia: “El contenido de la Constitución de Apatzingán es de la mayor importancia para el constitucionalismo mexicano, ya que ahí quedaron establecidas instituciones que permanecen vigentes hasta nuestros días” (Arriaga Martínez, s. f., p. 29).

Ahora bien, el nuevo gobierno en ciernes enfrentaba numerosos retos, por ejemplo, como estaban en plena guerra contra los realistas, organizar el poder judicial era prácticamente imposible. Además, entre los insurgentes existían diferencias ideológicas en torno al rumbo que habría de tomar el país. El congreso era constantemente perseguido por el ejército realista, esto derivó en un viaje de Uruapan a Tehuacán en el que Morelos, junto a un modesto ejército, debía guiar a los congresistas a un lugar seguro. Sin embargo, las cosas no salieron conforme a lo planeado y:

El cinco de noviembre de 1815, después de una ardua batalla en la que los superaban en número pero jamás en espíritu, en medio del enfrentamiento, los miembros del Congreso pudieron escapar, pero no así Morelos, quien fue detenido por soldados del ejército virreinal. (Arriaga Martínez, s. f., p. 33)

En otros términos, Morelos determinó poner en riesgo su propia persona en aras de la permanencia del Congreso. Ya preso, el Siervo de la nación fue juzgado por el Estado y por la Iglesia, fue encontrado culpable de traición, degradado de su carácter sacerdotal y condenado a muerte: “para él, el sacerdote José María Morelos para quien su Dios y la religión lo eran todo, la degradación y la excomunión era un peor castigo que la muerte, el inminente final lo liberaría de tanto dolor y desesperanza” (Arriaga Martínez, s. f., p. 34). Además, fue sometido a numerosos y constantes interrogatorios durante los meses posteriores a su captura y previos a su ejecución. Finalmente, fue fusilado el 22 de diciembre de 1815 en Ecatepec.

Mapa de ubicación

AMÉRICA

MÉXICO

Bandera

Contexto intelectual

“En 1789, en el mismo año de la revolución francesa, inició sus estudios de sacerdocio con una fuerte formación de tipo filosófico. Así, estudió lógica, física, ética y, desde luego, teología moral, como las obligadas sagradas escrituras. Para 1795 recibe el grado de bachiller en filosofía por parte de la universidad de la todavía capital de la Nueva España. Después de esto inició su carrera académica y enseñó gramática y retórica, mientras continuaba con sus estudios de teología” (Bohórquez, (s.f.), pp. 170-1)

A mediados de siglo, algunos creyeron ver en Morelos lo que llamaríamos comunismo y socialismo, pero en lo que Morelos predomina va junto con las modernas ideas políticas, económicas y sociales que había adoptado, era una concepción mucho más antigua que propugnaba una vuelta al origen al reino de la igualdad cristiana gracias a los inquisidores que lo condenarían dos años más tarde y gracias a la incautación de los libros del Caudillo, sabemos de dónde extrajo este modesto cura sus ideas que tenían un doble origen, cercano y remoto, por un lado estaba en los libros de los años posteriores a su lucha, periódicos representativos del espíritu de la Cortes de Cádiz, que proponían un liberalismo moderado no antirreligioso, pero la huella más profunda corresponde a los libros que leyó a través de su vida en donde se trataban materias religiosas con acento en la práctica moral de sacerdote, había también obras de teología dogmática, teología moral, oratoria sagrada y guadalupanísmo entre otros. (Arriaga Martínez, s. f., p.23)

“Morelos era un republicano natural que no tenía rasgos de fanatismo, contradictoriamente con sus ideas políticas su lucha tenía carácter liberal frente a la libertad y monarquía absoluta en España, adoptar el sistema representativo, la separación de poderes los derechos del ciudadano y la libertad de expresión”. (Arriaga Martínez, s. f., p. 24)

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Si queremos aproximarnos al pensamiento político del siglo XIX en Latinoamérica, el primer aspecto a tomar en cuenta es que se encuentra estrechamente ligada al ámbito de la praxis, esto es, “que las teorías se articulaban en la práctica política, en relación con los aspectos económicos, sociales y, de manera muy particular, con el acentuado racismo que se mezclaba en todos estos ámbitos del quehacer en la América colonial” (Bohórquez, 2009, p. 162).

A diferencia de Hidalgo, quien era criollo, Morelos era un mestizo de orígenes humildes, esto se considera un factor clave en el desarrollo de su pensamiento político. Bohórquez (2009), considera que de las difíciles condiciones que atravesó Morelos durante sus primeros años, se desprende una gran sensibilidad ética que fundó su quehacer político:

Así, el concepto de soberanía que sostiene habla de una relación directa; es decir, de la participación del pueblo en todas sus castas, sin excepciones de ningún tipo. Para Morelos todos y cada uno de los ciudadanos deben participar en la toma de decisiones que ejecuta el gobierno. Expresa claramente que ‘la soberanía dimana inmediatamente del pueblo’. (p. 171)

En este sentido, el proyecto político de Morelos puede entenderse como eliminación de las estructuras de injusticia en orden de reivindicar a los indios, grupo social más ‘ofendido, humillado y explotado’. En consecuencia, con sus ideales, el Siervo de la nación determinó llevarlos al terreno práctico mediante la instalación de la Junta de Zitácuaro, que, según Bohórquez (2009), tuvo el propósito de “ejercer de manera concreta la soberanía del pueblo” (p. 171). Asimismo, la autora encuentra que, en la Constitución de Apatzingán, publicada en octubre de 1814, se encuentran recogidos los principios de justicia y libertad que Morelos deseaba para los mexicanos.

Por otro lado, también es posible esbozar un pensamiento ético original en Morelos. Esto se puede ver en la manera en que se reapropió de algunos elementos teóricos y simbólicos de la religión católica para justificar por la vía teológica la lucha que encabezó:

El alto clero utilizaba las enseñanzas bíblicas para someter al pueblo; Morelos hace un ejercicio hermenéutico para encontrarle otro sentido distinto para la emancipación de los oprimidos. Así, tanto realistas como insurgentes combaten en un nivel ideológico para demostrar de qué parte está Dios (…) La utilización del estandarte con la Virgen de Guadalupe por parte de Morelos tiene el mismo fin: demostrar que los actos de injusticia y barbarie por parte de los españoles no pueden tener una justificación de tipo religioso, sino que obedecen a la ambición desmedida de los españoles. Las analogías de Morelos entre los pasajes de la Biblia y la revolución de independencia son notables; la similitud con la historia de Israel está presente en el libro del Éxodo 11, 23-25, así como en el capítulo 17, 8-16, lo que para él es una suficiente justificación para iniciar una guerra contra los tiranos. (Bohórquez, 2009, pp. 171-2)

Otro aspecto que mencionaremos aquí es la influencia que pensadores como Agustín de Hipona y Francisco Suárez ejercieron en Morelos, puesto que en ellos se apoyó para justificar aquel derecho que tiene un pueblo de declarar la guerra en contra de un gobierno tiránico (Bohórquez, 2009).

Como segunda parte de esta sección, introduciremos un breve comentario a la obra más emblemática de José María Morelos, a saber, Sentimientos de la nación (1813). En esta breve pero potente obra podemos encontrar varios temas fundamentales para la construcción de toda democracia.

Este comentario no lo haremos en el estricto orden del documento, sino que dividiremos temáticamente su contenido. En primer lugar, hablaremos de cómo concibió Morelos (2017) la independencia de nuestro país y de cómo se darían las relaciones con otros países o reinos. Para él, la base de la liberación es entender “que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía” (p. 6); además, guardó sus reservas respecto de los extranjeros y enunció que éstos no podían ser admitidos en el país si no se encontraban libres de toda sospecha; asimismo, estableció que los puertos del país estarían abiertos para las naciones extranjeras amigas, siempre y cuando éstas no se inmiscuyeran en los asuntos nacionales. Estableció que las tropas extranjeras no tienen permitido pisar el suelo nacional y que las expediciones tampoco están permitidas y que los empleos deberían permanecer en manos de los americanos. Morelos entendió que la patria no llegaría a ser libre si antes no se sustituía el gobierno tiránico y se echaban a los españoles.

En segundo lugar, nos ocuparemos del papel que ocupa la religión dentro del pensamiento político de Morelos (2017). Lo primero que destaca es su postura cerrada ante la pluralidad, pues estableció en su documento “que la Religión Católica sea la única, sin tolerancia de otras” (p. 6). Asimismo, pensó que muchas de las cuotas impuestas por la Iglesia durante el reino español eran excesivas y por esto dijo “que el pueblo no tenga que pagar más obvenciones que las de su devoción y ofrenda” (p. 6). Además, creyó que la Iglesia debería tener toda la autoridad en materia de religión, es decir, “que el dogma sea sostenido por la Jerarquía de la Iglesia” (p. 6).

El tercer tema presente en Sentimientos de la nación es referente a la soberanía y a la división de poderes. Morelos (2017), concibió “que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que solo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en Legislativo, Ejecutivo y judicial” (p. 6). La democracia para Morelos es representativa y está constituida por tres poderes “divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos” (p. 6). Aunque Morelos no se ocupó de limitar el poder de tales autoridades, lo que sí señaló es que el sueldo de los representantes no puede ser mayor a ocho mil pesos.

En cuarto lugar, nos ocuparemos de la concepción de la ley en Morelos (2017) que puede entenderse en los siguientes términos:

Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto. (p. 7)

Asimismo, creyó que la ley no debe hacer distinciones entre ciudadanos, es decir, “que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados” (p. 7). Como último rasgo, definió el carácter no arbitrario que debe tener la ley, puesto que ésta debe ser decidida en conjunto: “Que para dictar una ley se discuta en el congreso, y decida a pluralidad de votos” (p. 7)

El quinto tema presente en el documento se refiere a los derechos que Morelos (2017) atribuyó a los ciudadanos de la nueva nación. En primer lugar, dictó “que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas”; “que a cada uno se le guarden sus propiedades y respete a su casa como en asilo sagrado señalando penas a los infractores”; “que se quite la infinidad de tributos, pechos a imposiciones que más agobian y se señale a cada individuo un cinco por ciento en sus ganancias” (p. 9), y “que en la nueva legislación no se admitirá la tortura” (p. 8)

El último tema presente en Sentimientos de la nación es aquel que se refiere a dos fechas que Morelos (2017) deseó establecer en la Constitución como conmemorativas de sucesos de gran relevancia para los mexicanos, a saber: 1) que la constitución establezca “la celebración del doce de Diciembre, en todos los pueblos, dedicado a la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe” (p. 8), y 2) que “se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de independencia y nuestra santa libertad comenzó” (p. 9)

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

El impacto que el pensamiento y obra de José María Morelos tuvieron en el mundo contemporáneo es notable. Muchos de los principios que articulan Sentimientos de la nación hoy forman parte de nuestros sistemas políticos. Es destacable el hecho de que el llamado Siervo de la nación estableciera que los mexicanos debemos estar respaldados por la ley para así poder gozar de ciertos derechos y, desde luego, que todos somos iguales en cuestiones de raza. Morelos es una de las figuras más reconocidas de la historia de México, tanto así que diversos lugares emblemáticos del país han sido nombrados en su honor: “En 1828, su ciudad natal recibió el nombre de Morelia. En 1869, Benito Juárez decretó la creación del Estado que lleva su nombre. El 16 de septiembre de 1925, sus restos fueron llevados a la Columna de la Independencia” (José María Morelos y Pavón, s. f.).

Otro aspecto acerca del legado de Morelos, que es importante comentar aquí, es el de la libertad religiosa. Como pudimos ver en nuestro análisis de Sentimientos de la nación, Morelos concibió que el único culto válido es el católico y que dentro de la nueva nación no había lugar para otras expresiones religiosas:

 La soñada por Morelos sería una república católica, que los principios modernos de republicanismo y democracia coincidieran con intolerancia religiosa, no era extraño (…) los insurgentes querían acabar con unos privilegios, los de la corona pero restaurar plenamente otros, los de la iglesia. (Arriaga Martínez, s. f., pp. 24-5)

Como vemos en el pasaje anterior, la intolerancia de Morelos se explica a partir de los intereses que tuvo en tanto miembro de la Iglesia. Sin embargo, el hecho de que en la nación que soñó no hubiera cupo para otras religiones no hace que sus otros aportes sean menos valiosos, dado que la política es una materia que está en constante construcción y las ideas de Morelos están aquí para revisitarlas, para re-pensarlas y dialogarlas en conjunto, no para asimilarlas dogmáticamente.

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