Iris Marion Young
( 1949 - 2006 )
Filosofía
Mundo Contemporáneo

En contexto

Iris Marion Young nació el 2 de enero de 1949 en Nueva York. Estudió filosofía en el Queens College, donde se graduó en 1970, obteniendo su maestría y doctorado en filosofía en 1974 por la Universidad Estatal de Pensilvania. Se desempeñó como profesora visitante en Viena, Australia, Sudáfrica, Alemania y Nueva Zelanda, y dio conferencias en todos los continentes excepto en la Antártida. Asimismo, sus escritos han sido traducidos a más de 20 idiomas. Fue profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago y miembro del Centro de Estudios de Género y Programa de Derechos Humanos en la misma universidad. Falleció el 1 de agosto de 2006, de cáncer en el esófago (University of Chicago News Office, 2006).

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Contexto intelectual

La obra y pensamiento de Iris Marion Young se vieron influenciados por las propuestas de Jürgen Habermas y Marcuse, con quienes discutió sobre la teoría crítica; Michael Foucault, de quien toma algunos presupuestos psicoanalíticos; así como Simone de Beauvoir y Merleau-Ponty, de quienes recibió y llevó al diálogo las ideas de experiencia corporal femenina (García Álvarez, 2019).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

El trabajo central de Young se desenvolvió en cuestiones de justicia social, crítica a la democracia deliberativa y la relación de ésta con la teoría de la opresión. University of Chicago News Office (2006), refiere que Young analizó de manera crítica los conceptos básicos de las teorías de la justicia, abogando por una nueva concepción de la misma:

Young aportó una nueva visión de la justicia con la que trataba de repolitizar la esfera pública y democratizar los organismos institucionales […] tomando como punto de partida la larga tradición de la teoría crítica y por oposición a los dos modelos hegemónicos que han sentado las bases del debate político moderno y contemporáneo: el paradigma distributivo de la justicia social y el ideal político de la imparcialidad. (Palacio Rincondo, 2011, p. 76)

Young apostó por la compatibilidad de la democracia con la parcialidad y las diferencias culturales, debatiendo con estas dos posturas de las democracias occidentales (la noción distributiva de la justicia social y el ideal de imparcialidad), buscando una postura “centrada en la pluralidad y la heterogeneidad de la esfera pública, cuyo pilar central se encuentra en las políticas de la diferencia” (Palacio Rincondo, 2011, p. 76).

Respecto a la distribución de la democracia, en su libro La justicia y la política de la diferencia, develó que el paradigma de la redistribución (central en la obra de Rawls), privilegiaba solamente la desigualdad de clase, ocultando otro tipo de opresiones, “indicaba que las diferencias de poder, la marginación en el ámbito de la toma de decisiones, el imperialismo cultural y la violencia eran aspectos decisivos a considerar por una teoría de la justicia que se precie” (Guerra Palmero, 2013, pp. 5-6). Young apostaba entonces, por una teoría de la justicia más allá de la redistribución, es decir, una democracia, entendida deliberativamente; aunque ésta también fue puesta en entredicho, por ella misma, años después.

Con base en esta noción de justicia, Young buscó la articulación de este principio con la situación de la mujer, afectada a nivel internacional por las injusticias institucionalizadas; entendiendo el feminismo como una cuestión de justicia internacional. Así, trabajó con la concepción de las injusticias estructurales, comprendidas como formas de injusticia o daño que no sólo implican una relación agresor-víctima, sino que se encuentran envueltas en la estructuración social, implicando que las minorías o grupos vulnerables se encuentren en una situación de desigualdad o debilidad. Acorde con Merino Obregón (2019), este modelo permite comprender la responsabilidad moral que cada sujeto tiene en esta estructura de violencia “de los muchos que colaboramos activamente con la subsistencia de las condiciones normalizadas y toleradas de desigualdad” (p. 10).

Respecto a la democracia deliberativa, si bien Young fue una defensora de este tipo democracia, frente al modelo democrático basado en los intereses particulares, en su texto de 1997, La democracia y el “otro”: más allá de la democracia deliberativa criticó esta noción pues consideraba que restringe la idea de discusión democrática, limitando la misma a una argumentación crítica, por lo cual el nivel de discusión se encuentra sesgado produciendo un efecto de desvalorización de grupos o personas en específico: “quienes sustentan esta idea de democracia apoyan la idea de que aquellos procesos de discusión que buscan lograr la comprensión de los temas públicos deben comenzar con juicios compartidos o bien, fijarse como objetivo propio la obtención del bien común” (Young, 1997, p. 41).

Young consideraba entonces, que el modelo deliberativo podía resultar sumamente excluyente e incluso estar al servicio de la opresión y la dominación. Consideraba que los fines del modelo deliberativista, buscaban alcanzar un bien común a través del consenso de todos, sin embargo, sus intereses se rendían a la fuerza y evidencia del mejor de los argumentos. Bajo esta crítica, Young adoptó la idea de democracia comunicativa, la cual implica la inclusión y heterogeneidad de todos los sujetos y tiende al carácter transformativo, modificando tanto los parámetros de debate como los temas y asuntos que se sitúan en la orden del día de las agendas políticas (Palacio Rincondo, 2011).

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

Iris Marion Young es considerada como una de las filósofas políticas más importantes del pasado cuarto de siglo, conocida por su trabajo en las teorías de la justicia, las teorías democráticas, así como las teorías feministas, dentro de las cuales se posicionó como una de las pensadoras feministas más importantes del mundo (University of Chicago News Office, 2006).

Durante las últimas tres décadas antes de su muerte, Young fue una de las pensadoras más vanguardistas e incisivas respecto a una amplia gama de temas políticas y filosóficos, desarrollando principalmente una teoría política esencial para la comprensión de las tensiones económicas, sociales y políticas del mundo actual, dando un lugar de suma importancia a la responsabilidad política del colectivo a través de la noción de injusticias estructurales (Guerra Palmero, 2013).

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