El pensamiento de Kant se distingue del pensamiento dominante en Europa en la medida en que este filósofo abandonó toda pretensión de hallar verdades absolutas y universalmente válidas, para en lugar de ello reflexionar sobre los alcances y los límites de la razón humana:

Pero, en el caso de Kant, no se trataría de una ‘razón cualquiera’, no es la razón de las ideas innatas de Descartes y mucho menos una razón al servicio de la burda experiencia o la teología. Es una razón que establece su propio tribunal para fijarse a sí misma sus propios límites. La razón kantiana es ante todo una razón escindida: una razón ilustrada, equivalente a decir una razón crítica y pública, pero también –y tal vez especialmente– una razón jurídica. (Rossi, 2000, p. 190)

Asimismo, cabe destacar que Kant fue un duro crítico de Leibniz. Y atacó a otros pensadores de la época como Wolff y Baumgarten. También, expresó ser admirador de la obra del filósofo escocés David Hume y se declaró seguidor de Isaac Newton (Duignan y Allen, 2020).

Asimismo, Immanuel Kant participó en otras discusiones de la época como la del contractualismo. Ofreció su visión personal en torno a conceptos como estado de la naturaleza, trabajados por filósofos como Locke, Hobbes o Rousseau:

Queda claro que para Kant dicho concepto tiene fundamentalmente por lo menos dos dimensiones: como ideal crítico en tanto serviría para denunciar las sociedades actuales, y como hipótesis de trabajo justifica el advenimiento del Estado civil” (Rossi, 2000, p. 192).

Además, recibió una fuerte influencia de Rousseau al postular su idea de autonomía. La influencia que recibió de este filósofo se encuentra en que para Kant “bajo la idea de voluntad general o unificada de todo el pueblo, subyace la idea de la obediencia a sí mismo” (Rossi, 2000, p. 198).