Bolívar Echeverría
Bolívar Echeverría
( 1941 - 2010 )
Filósofo
Siglo XIX y principio del XX

En contexto

Bolívar Vinicio Echeverría Andrade nació el 1 de febrero de 1941 en Riobamba, Ecuador. Su madre fue ama de casa, provenía de una familia acomodada y su padre fue un administrador de fincas de ideas liberales. Bolívar tuvo una niñez estricta y sus primeros estudios fueron en el Colegio La Salle, ejerció como monaguillo una escuela católica y conservadora debido a una influencia directa de su madre. Sus estudios posteriores fueron en el Colegio Nacional Mejía, el cual se destaca por ser contrario a su anterior escuela pues ahora se encontraba en un colegio laico y liberal, donde comenzó su participación en actividades políticas, apoyando al movimiento estudiantil (Navarro, 2011: 2).

Años después Bolívar llegó a Freiburg, Alemania Occidental, en noviembre de 1961, aunque “no sabía alemán y sus recursos económicos eran precarios. Deseaba convertirse en alumno de Martin Heidegger, a quien consideraba el autor más importante del siglo XX” (Navarro, 2011: 1). 

A la luz de los crecientes movimientos por la liberación nacional que ocurrieron en diversas partes del mundo, como la lucha en el Congo y la Revolución Argelina, así como la Revolución Cubana, Echeverría comenzó sus estudios de alemán en Berlín, precisamente en el Instituto Goethe.

Entre 1962 y 1966 cursó sus estudios en filosofía en la Freie Universität Berlin y en 1968 se trasladó a México y realizó su licenciatura en filosofía, que terminó en 1974, posteriormente hizo una maestría en economía (1991) y un doctorado en filosofía  (1995), en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (Sigüenza, s/f). 

Echeverría logró tener una plaza de profesor de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Formó parte del consejo editorial de la revista Cuadernos Políticos en donde también participaron Neus Espresate, Carlos Pereyra, Adolfo Sánchez Rebolledo, Rolando Cordera y Arnaldo Córdova (Fuentes, s/f). Fungió como responsable de diversos proyectos en la UNAM y además coordinó y fundó el Programa Interuniversitario: el Seminario Universitario “La modernidad: versiones y dimensiones” desde el año 2004 hasta su fallecimiento en 2010.

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Contexto intelectual

Bolívar Echeverría se inspiró en autores como Miguel de Unamuno, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Martin Heidegger, de tal manera que es reconocido por ser un “filósofo de la liberación”. Participó en revistas culturales y políticas; a partir del año 1968 se dedicó a traducir y editar libros de diversas editoriales como Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, Ediciones Era, El Equilibrista, Ítaca, Contrahistorias, por mencionar algunas (Sigüenza, s/f).

Cuando tenía 17 años, su padre en conjunto con unos amigos de izquierda, le regalaron la obra de Miguel de Unamuno. Con sus amigos comenzó a leer a Jean Paul Sartre y Albert Camus, aunque lo que más le llamó la atención fueron las obras e ideas de Heidegger (Navarro, 2011: 2). 

Bolivar Echeverría es considerado como uno de los mayores intérpretes de la obra de Marx en América Latina. En palabras de Rafael Bonilla y Mateo Martínez (2022) “consideraba que el proyecto de crítica de la economía elaborado por el gran pensador alemán es, sobre todo, un discurso crítico de la modernidad capitalista en su conjunto”. 

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Bolívar Echeverría hizo una comparación entre lo que es socialismo y democracia; para él el socialismo: es “el nombre genérico de una meta histórica cuyo atractivo concreto sólo se percibe en su verdadera dimensión desde la ubicación especial: la situación de impasse en la que entra el estado de cosas histórico de la modernidad capitalista”, haciendo con esto alusión a la intervención que hacían las personas en la modernidad dependiendo de las necesidades que les surgieran, mientras que la democracia la entiende como el “nombre de esa armonía, pero en general; de la coincidencia entre carácter público (demósios), del proceso de generación de supremacía política (krátos), es decir, un carácter cuyo orden de concreción trasciende el orden arcaico de la singularidad privada, y la consistencia popular (demotikós), es decir espontánea” (1997: 34-35).

Echeverría, menciona que “la cultura política humanista reafirma al ser humano de la modernidad (…) porque está en condiciones de definirlo como el sujeto constructor de un mundo social “armónico”, basado en el “bienestar material”; de esta manera es que le hace una crítica a la forma en que se estaba llevando la política, la organización social en una época de transformación y cambios que comienzan a estimarse a futuro (1997: 42)

A la luz de los cambios sociales, políticos, económicos y en general a los cambios de una sociedad moderna Echeverría sostiene que el “realismo” de la cultura política moderna (…) se cumple mediante la construcción de un complejo mítico que combina tres mitos diferentes: el de la revolución, la nación y el de la democracia (…) se trata de un mito moderno porque la hipóstasis idealizadora que lleva a cabo, como lo hace todo mito, trabaja en su caso sobre la experiencia básica de la vida moderna, es decir, sobre la experiencia del mercado como locus privilegiado de la socialización” (1997: 42). 

Como bien se mencionó, Echeverría ve tres mitos en la cultura política moderna –que son los que la mantienen vigente en la modernidad– el tercero de éstos, la democracia, él dice que el mito de ésta “hace su trabajo de hipóstasis idealizadora sobre otro ámbito (…) el mito de la democracia moderna propone en calidad de resultado de los procedimientos, por lo general electorales, de construcción de consenso discursivo (racional) y de instauración de gobiernos que sustituyen temporalmente la voluntad colectiva de los miembros de la nación” (1997: 46).

Pensar en la sociedad civil –en calidad de pueblo– y en la democracia, permite que Echeverría desarrolle la idea de que las acciones que la sociedad hacen funcionan como un tipo de representación social, que bien pueda ser un proceso “deliberativo racional y discursivo” en donde cada vez se requieran representaciones má amplias y diferenciadas; menciona que el núcleo de ese mito “está así en la afirmación tanto de una soberanía del sujeto humano sobre su propio destino como de la participación por representación de cada uno de los individuos en la constitución de dicho sujeto” (1997: 47).

“La democracia, el gobierno popular y abierto, es decir, la modalidad espontánea (demotikós, “desde abajo”) y pública (demósios) de la toma de decisiones políticas o públicas, será inevitablemente una utopía mientras no exista efectivamente ese poder político (krátos), esa capacidad de gobernarse o de tomar decisiones que afectan directamente a la vida pública” (1998: 50-51). Esta idea de Bolívar se puede tener presente en la actualidad al comenzar a buscar procesos democráticos desde los sectores menos favorecidos para así poder ser partícipes de las decisiones y tener una mejora en la vida cotidiana individual y colectiva.

En su Tesis 9. Lo político en la modernidad: soberanía y enajenación, menciona que “la cuestión acerca de la autarquía y la cuestión acerca de la democracia son inseparables la una de la otra. La primera –en sentido revolucionario– intenta problematizar las posibilidades que tiene la sociedad de liberar la actividad política de los individuos humanos a partir de la reconquista de la soberanía (…). La segunda –en sentido reformista– intenta, a la inversa, problematizar dentro de los márgenes de la soberanía “realmente existente”, las posibilidades que tiene el juego del estado moderno de perfeccionar la participación popular hasta el grado requerido para nulificar los efectos negativos que pueda tener la desigualdad económica estructural sobre la vida social” (1995: 41).

Echeverría hace una crítica hacia la teoría política a partir del concepto de “cosificación” de Marx, menciona que el problema consiste en “establecer el modo en que lo político mixtificado por el capital cumple el imperativo de la vida mercantil de construir un escenario político real y un juego democrático apropiado para la transmutación de sus intereses civiles en voluntad ciudadana”, de esta manera él considera que la democracia comenzaría a tener presente la revolución (1995: 42).

Impacto de su pensamiento en el mundo fáctico

Debido a su destacada trayectoria intelectual, fue acreedor a diversos premios y reconocimientos como el Premio Universidad Nacional a la Docencia en 1977, el premio Pío Jaramillo Alvarado de FLACSO-Quito en 2004,  el premio Libertador al Pensamiento Crítico en Caracas 2007 y también recibió un premio por su trayectoria como docente en la UNAM en el 2008 (Sigüenza, s/f). 

Las luchas estudiantiles que se vivieron en 1968, no sólo abrieron lugar a una nueva forma de pensar el orden mundial, sino que también funcionaron como un parteaguas para “una formidable reinterpretación de la realidad nacional inspirada tanto por el pensamiento marxista como por una intelectualidad fuertemente influida por el movimiento del 68” (Navarro, 2011: 8). 

Bolívar se dedicó a hacer una relectura de la obra El Capital de Marx así como del desarrollo de la Teoría Crítica proveniente de la Escuela de Frankfurt, de esta manera es que se puede comprender su ampliación más allá de ser un teórico-filosófico al extenderse a campos de la teoría de la cultura, así como su definición de la modernidad y la interpretación del barroco latinoamericano (Sigüenza,  s/f).

Dentro de los proyectos que estuvieron bajo su responsabilidad  se encueran “Modernidad europea, mestizaje cultural y ethos barroco” (1992-1993), “La cultura política en América Latina: teoría e historia” (1995-1997), así como “Lo barroco en América Latina: permanencia y rupturas” (2000-2003) (Fuentes, s/f). 

Bolívar fue un destacado investigador, además ha dejado como legado cursos y conferencias en distintas universidades como la Fundación Quito en 1987, el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales del Ecuador (CIESE) en Quito, 1992, participó en la Benemérita Universidad de Puebla en los años 1997 y 1998, entre otras Universidades e Institutos alrededor del mundo. Hasta el día de su muerte, coordinó el Seminario Universitario “La modernidad: versiones y dimensiones” en la Universidad Nacional Autónoma de México (Sigüenza, s/f). 

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