Protágoras y los sofistas
( 481 a.C - 411 a.C )
Filosofía
Antigüedad

En contexto

La segunda mitad del siglo V a.C. fue un momento culminante del clasicismo helénico, en el cual la cultura griega alcanzó algunas de sus cumbres más importantes en lo artístico, literario, escultura y pintura, así como filosofía y política. Atenas era en ese momento, la gran capital cultural del mundo griego y a ella acudían personajes destacados de todo el mundo que contribuyeron a hacer de ella un centro cultural todavía más grande. Asimismo, es en este momento donde funcionaba una de las más grandes aportaciones de la antigua Grecia: la democracia. Ésta tuvo su máxima expresión en Atenas con las reformas de Clístenes (Luján, 2015).

Es en esta época, donde surgieron algunos nombres como Protágoras de Abdera, Pródico de Ceos, Gorgias de Leontinos, Hipias de Élide, Trasímaco o Antifonte; quienes tuvieron un papel destacado en la configuración de la cultura griega. Estos personajes se agrupan bajo la denominación de sofista, que significa profesional de la sabiduría. Esta definición implica una diferencia fundamental respecto a la terminología de filósofo, pues sí bien se comparten la relación con la sabiduría, en los filósofos encontramos que existe una relación de afición o afecto hacia la sabiduría mientras que, en los sofistas, implicó una profesión u oficio.

Los sofistas viajaron por toda Grecia impartiendo lecciones y cobrando por ello, en ocasiones importantes sumas de dinero. Inicialmente, el término sofista no implicaba cuestiones negativas, sin embargo, a lo largo de la historia el nombre cargó una clara connotación despectiva especialmente a partir de los discursos de Platón, discípulo de uno de los rivales más importantes de los sofistas, Sócrates quien, en los diálogos platónicos, dejó en evidencia una y otra vez los falsos razonamientos de la sofística.

Protágoras es conocido como el mayor de todos los sofistas. Nació aproximadamente en el año 486-485 y realizó una primera visita y estancia en Atenas hacia mediados del siglo, durante la cual entró en los círculos intelectuales que tenían estrecho contacto con Pericles, lo cual lo llevó a tener un importante puesto en el que recibió el encargo de redactar las leyes de la colonia Turia fundada en 444; esto nos da una idea del prestigio que gozaba Protágoras, que realizó una segunda estancia en Atenas entre los años 423 y 422, momento en que probablemente surge el diálogo platónico que lleva su nombre (Luján, 2015).

Escribió un texto titulado Sobre los dioses, donde afirmó la imposibilidad de saber certeramente la existencia de los dioses o el aspecto de los mismos, esto debido a la falta de evidencia, así como la brevedad de la vida del hombre (Luján, 2015). Fue acusado debido a estas declaraciones, condenado por impiedad. Luego del incidente se ordenó la quema de todas las obras escritas de Protágoras y éste huyó rumbo a Sicilia. Mientras partía, el barco en el que viajaba se hundió, dando a Protágoras muerte en el mar (Abbagnano, 1994).

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Contexto intelectual

Protágoras fue discípulo de Demócrito, así como una figura cercana a Pericles, participando en el gobierno de éste. Perteneció al grupo de los sofistas antiguos al cual pertenecieron también Pródico y Gorgias, diferenciándose del grupo de los jóvenes donde pertenecían Hipias, Trasímaco y Antifonte.

Entre los sofistas más antiguos se percibe un mayor optimismo respecto a la naturaleza humana y a sus posibilidades de desarrollo a diferencia de los sofistas más jóvenes, quienes tuvieron posiciones más radicales llevando la crítica sistémica a aspectos cruciales de la sociedad y de la cultura (Luján, 2015).

Pensamiento y reflexiones en torno a la democracia

Bayona (1999), refiere que los sofistas tuvieron una tendencia a la dedicación práctica de la filosofía, opuesta a la antigua filosofía apartada de la vida, motivo por el cual ampliaron el ámbito temático de la filosofía, “los sofistas abren un espacio nuevo para la reflexión filosófica: las relaciones sociales en la polis, es decir, el nomos1 y la teoría del estado” (p.58).

El trabajo de los sofistas respecto a la política se encuentra relacionado con la creación de la filosofía moral y política, así como la justificación de la democracia sosteniendo que “la política no ha de ser patrimonio de los más capacitados o de los más poderosos” (Bayona, 1999, p. 58).

Por su parte, Protágoras fue el primero en sostener que sobre cualquier cuestión hay dos discursos opuestos y defendía que las opiniones de los hombres no tienen el mismo valor según sean aceptadas como normales o no. Para este criterio de normalidad, sostuvo una noción “cuantitativa” respecto a las leyes; con esto compendió que, para una ciudad, las leyes son buenas mientras sean apoyadas socialmente hasta que la mayoría de los ciudadanos sean convencidos, por quien tenga la sabiduría y el arte de convencerlos, de que el cambio en éstas implicará un mayor provecho para el conjunto de la ciudad. Para el sofista éste era un criterio pragmático y democrático (Bayona, 1999).

En su escrito Acerca del régimen político, se encuentran las ideas políticas más importantes del sofista, así como la justificación teórica de la democracia: “reconoce los derechos de los demás, defiende la participación de todos en la vida política y propone la igualdad como categoría fundadora de una sociedad bien ordenada” (Bayona, 1999, p. 68).

Para Protágoras el fundamento de la democracia se encuentra en la igualdad de la naturaleza humana:

Todos los hombres están dotados de «virtud política» porque todos los hombres tienen la posibilidad de poseer el respeto moral y la justicia, las dos virtudes básicas y necesarias para la convivencia. Esta igualdad es la condición imprescindible de la existencia de la verdadera polis porque la justicia es la que «trae el orden a nuestras ciudades y crea un lazo de amistad y unión» (Bayona, 1999, p. 69)

Finalmente, uno de los fundamentos clave para poder practicar la democracia y la vida política, es la educación. Para que el pueblo sea consciente de su compromiso con su ciudad, debe aprender; esta era la tarea fundamental de los sofistas, “que sostuvieron la idea, coherente con la democracia, de que la virtud puede aprenderse, lo mismo que se aprende el arte de la política” (Bayona, 1999, p.70).

1 Término griego traducido como ley

Impacto de su pensamiento en la realidad

Jaeger (1974), realiza una defensa a los sofistas, revalorando los importantes aportes que hicieron respecto a la educación. El autor refiere que los sofistas representaron una atmósfera de libertad e individualidad que comenzaba a vislumbrarse Atenas. “Con ellos entra en el mundo, y recibe un fundamento racional, la paideia en el sentido de una idea y una teoría consciente de la educación. Podemos considerarlos, por tanto, como una etapa de la mayor importancia en el desarrollo del humanismo […]” (p. 50).

Fue un aporte fundamental de la sofística la comprensión de la educación de manera integral en el hombre, dando importancia a aspectos como la ética y la política. Asimismo, con los sofistas se separa la educación de la religión tomando matices más culturales e históricos. Los sofistas se dedicaron a la investigación de las condiciones previas de toda educación, estableciendo la separación fundamental entre naturaleza y educación, “los sofistas extendieron a todos los círculos la preocupación por aquellas cuestiones” (Jaeger, 1974, p. 57). Para estos autores, el fundamento de la educación es la naturaleza y “la obra educadora se realiza mediante la enseñanza, el adoctrinamiento y el ejercicio, que hace de lo enseñado una segunda naturaleza” (Jaeger, 1974, p. 57).

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