Democracia económica

Concepto clave

Introducción

¿En un sistema democrático es realmente posible y conveniente que sea el pueblo quien decida sobre las cuestiones económicas? o ¿es preferible y sobre todo más eficiente que la economía quede a cargo de las personas más preparadas, los administradores profesionales, las élites? Esta tensión entre un sistema económico gestionado bajo una democracia directa y participativa, donde atender las necesidades básicas de la sociedad es la prioridad de la economía; frente a otro, sistema cuyas decisiones importantes son tomadas por las élites mediante un sistema de democracia representativa, donde los intereses de las grandes empresas y los bancos don la prioridad económica, es la materia de estudio de la democracia económica.

Problematización y desarrollo

La democracia económica es un concepto en disputa. Hay una tradición liberal, que viene desde autores como John Stuart Mill  Joseph Alois Schumpeter, que señala que la democracia económica es cuando, partiendo de la igualdad de oportunidades, las personas pueden acceder a los bienes y servicios de una economía en la combinación que mejor les satisfaga. 

Se dice que cuando los ciudadanos ejercen efectivamente su libertad de elección y los mercados en los que participan se desenvuelvan en un entorno de competencia, entonces maximizarán su bienestar. En este sentido, la democracia económica  es la maximización del bienestar de la sociedad en su conjunto, a partir de la libertad individual, la libertad de mercado y el respeto a los derechos de propiedad. 

Es curioso porque esta definición, que parte de la igualdad de oportunidades, no toma en cuenta que en la realidad existe una distribución desigual de los ingresos que provoca que hay actores con mayor poder económico y por lo tanto político. En este sentido, la igualdad que todos tenemos ante la ley no se corresponde en los hechos con el poder que ciertos actores tienen para influir en las decisiones de lo colectivo por encima de otros. 

Es decir, en los hechos, el poder económico y sobre la propiedad que tienen ciertas grandes empresas y corporaciones provocan la exclusión de los ciudadanos de las decisiones económicas y empresariales y, en consecuencia, de la definición de las grandes políticas económicas y sociales.

En un contexto de crisis esto se vuelve más problemático. Por ejemplo, en la década de 1970, cuando inicia una gran crisis capitalista de la que aún no hemos salido, se rompe el acuerdo de Bretton Woods y el patrón oro; es decir, se agotan los modelos de capitalismo nacional y se sustituyen por el capitalismo neoliberal.   En medio de este cambio, se perdió el control político por parte de los Estados de los grandes poderes fácticos, de los flujos de capital financiero y de las actividades de las grandes corporaciones. El proceso capitalista global quedo al margen de la supervisión estatal y social, comenzó así una especie de gobierno mundial de la globalización en la sombra. La democracia se eclipsó. 

En cada crisis hay una unidad de las clases populares y clases medias para dar una respuesta a los intentos de salvaguardar las tasas de ganancia sobre las espaldas de las mayorías. Aquí entra en tensión las perspectivas liberales. Las perspectivas democráticas van a insistir en la idea de justicia, de igualdad, de soberanía popular. En el siglo XX liberalismo y lucha por la democracia se van a mezclar. Pero en cada crisis los polos se radicalizan, y los liberalismos buscan salidas autoritarias y las democracias más justicia. Involución de las democracias liberales. Los partidos no se plantearon la lucha por el poder global o el control internacional.  Las presiones de los sectores financieros y de los mercados globales revierten cualquier tipo de decisión democrática. Esto ayuda a entender por qué la democracia empieza a vaciarse.

En este sentido, el fin de la guerra fría dio la impresión de que se acabó el conflicto (pues efectivamente las clases populares fueron avasalladas mediáticamente en el interín), de que no hay antagonismos y no hay necesidad de un control democrático supranacional, si acaso de una gobernanza que esté presente ante los fallos del mercado: pero, en suma, “el mercado lo puede resolver todo”. De esta manera, ya no hay necesidad de la política, ni de gestión colectiva de los problemas.

Justo aquí entran en disputa otras nociones de democracia económica. Nociones que lo primero que buscan es regresar la noción de conflicto a la escena social, nacional e internacional. Que empiezan por impugnar el modelo neoliberal y su correlato de democracia representativa, evidenciando los actores e intereses que se están enriqueciendo a costa de los otros. Regresar el conflicto (que nunca se fue) e instalarlo en los imaginarios para la participación política y el avivamiento de la democracia, es justo uno de los principios de la democracia económica. 

Regresando a la década de 1970, en esos mismos años el mundo buscaba formas alternativas de salidas a la crisis. Por ejemplo, en Alemania, con la Ley de Codeterminación de 1976 se buscaba una gestión industrial más democrática. En Suecia, con la Ley sobre Democracia Industrial de 1976, la sociedad perseguía el sueño de un sistema económico más justo. En México, el Plan Nacional de Desarrollo Industrial de 1978 y el fomento a las Cooperativas trataban de insertar las actividades productivas a un programa de desarrollo nacional. 

La democracia económica comienza por regresar las decisiones sobre política económica, infraestructuras o alimentarias que le conciernen a la ciudadanía, al ámbito de las decisiones colectivas, y buscar la articulación democrática de las políticas comunitaria. Desde este punto de vista, la democracia económica consiste en la intervención de la sociedad, a través de los poderes públicos del Estado y también de la propia ciudadanía, en la gestión empresarial y la definición del rumbo económico de los países. 

Pero la democracia económica tiene que convertirse en parte de un programa más general destinado a crear un orden económico y empresarial solidario y cooperativo dentro y entre los territorios, así como social y ambientalmente sostenible. Se trata, en definitiva, de un programa para la participación ciudadana en la regulación de la economía, y de una forma de participación en la actividad productiva entendida como una pieza (“micro”) de un proyecto más amplio (“macro”) de transformación social.

Debates actuales

1. La protección del medio ambiente. La democracia económica busca que las empresas y sus productores definan una nueva relación con la sociedad, el medioambiente y los consumidores finales. No todo está permitido por muy rentable económicamente que sea. Los productos fabricados no deben atender sólo o preferentemente a las necesidades de revalorización de los capitales individuales, sino que, además, tienen que adaptarse a las necesidades de la sociedad y de la naturaleza en su conjunto, dar pie a procesos productivos sostenibles.

2. Impuestos a la riqueza. La democracia económica busca corregir las grandes inequidades sociales existentes. Y una de ellas es la gran problemática del aumento simultáneo de la riqueza combinando con mayores niveles de pobreza en las sociedades modernas.

3. Renta universal básica. Des la perspectiva democrática de la economía, el sistema capitalista tiende a generar cada vez más crisis que expulsan a miles de trabajadores a las calles, por lo que se vuelve necesario asegurar un piso mínimo de supervivencia.

4. La regulación del sistema financiero poniéndolo al servicio de las necesidades de la economía productiva. La crisis del neoliberalismo es la crisis de un modelo de organización social basado en la erosión de la democracia en su conjunto y no sólo de la democracia económica. En el contexto de esta crisis es necesario  la configuración de otro modelo económico y político tiene que abordar el problema de la democratización también de los espacios de la economía y de la empresa

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